El nombre de Edgar Alves de Andrade, conocido como “Doca”, resuena como uno de los símbolos más temidos del crimen organizado en Brasil. Con una extensa carrera en el Comando Vermelho (CV), figura entre los cabecillas históricos de la mayor organización criminal del país y mantiene un dominio territorial clave en Río de Janeiro.
La Policía Civil y Militar brasileña lanzaron la Operación Contención, el operativo más grande en la historia reciente de la ciudad, con el objetivo principal de detenerlo. A pesar del despliegue masivo, “Doca” logró escapar, reforzando su reputación como uno de los fugitivos más escurridizos de Brasil.
La recompensa por información que permita su captura asciende a R$ 100.000 (aprox. USD 18.000), una cifra inédita en materia de persecución criminal en el país.
Un historial criminal extenso
Nacido en 1970 en Caiçara, “Doca” comenzó su trayectoria delictiva hace más de dos décadas. Fue detenido en 2007 por porte ilegal de armas y tráfico de drogas, tras presentarse falsamente como militar, lo que le permitió obtener beneficios judiciales y recuperar su libertad.
Lejos de reinsertarse, volvió fortalecido al CV y asumió un rol clave en la estructura criminal: coordinación de operaciones, administración de recursos y ejecución de sentencias internas.
Violencia extrema y control territorial
El prontuario de “Doca” incluye 176 antecedentes penales, entre ellos homicidio, tortura, robo, tráfico de drogas y posesión ilegal de armas.
Entre los casos más estremecedores se encuentra la tortura y asesinato de tres niños en 2020, como represalia por una disputa menor con miembros narcotraficantes. También se lo vincula con el triple homicidio de médicos en Barra da Tijuca en 2023, hecho que derivó en ejecuciones internas por el error cometido.
Bajo su liderazgo, el Comando Vermelho recuperó territorios frente a las milicias y expandió su presencia en la Región Metropolitana de Río, controlando más del 51% de las zonas dominadas por grupos armados.
Tecnología y métodos de guerra urbana
La facción incorporó equipamiento avanzado, como drones lanzagranadas, empleados para atacar fuerzas de seguridad durante operativos recientes. Este tipo de tácticas refuerza el modelo de crimen tecnificado, que complica las estrategias del Estado en una ciudad atravesada por la violencia estructural.
Según autoridades de seguridad de Río, durante la Operación Contención, “Doca” utilizó sicarios y “soldados” como barrera humana para frenar el avance policial y garantizar su escape, una práctica habitual de la organización.


 
			 
			 
                                
                              
		 
		 
		 
		 
		 
		 
		 
		 
		