La máquina de sumar de local en la que se transformó Central en el Gigante tiene una gran virtud: le alcanza con muy poquito para sumar de a tres. Es que en algo así como una extensión de lo ocurrido en el clásico, el equipo de Miguel Ángel Russo se llevó tres puntos de oro ante Huracán (1-0 con gol de Campaz) en un partido en el que pateó prácticamente una sola vez arco, pero acertó. Y a ese dominio del globo en el segundo tiempo supo contrarrestarlo con las sobrias actuaciones de Mallo y Quintana. Pero claro, después de aquella victoria de hace una semana y ahora esto, qué le van a hablar al hincha canalla de merecimientos o lo que sea si estas tres unidades acortaron la distancia con los de arriba, fortificaron la presencia en zona de Copa Sudamericana y dejó al equipo ahí de la Libertadores. Un partido chiquito del canalla para otra victoria sufrida, pero enorme por las secuelas (positivas) que deja.
No fue fácil para Central hacerse de las riendas del partido, porque si bien la tenía un poco más que Huracán, le costó ejercer un dominio que se tradujera en situaciones. En eso mucho tuvo que ver la posición de O’Connor (otra vez encajonado sobre la derecha), además de la poca fluidez en el juego. Es que sólo algún que otro destello de Lovera era lo que hacía de Central un equipo con ambiciones. Encima, en el primer remate al arco Campaz pareció sentir una molestia y de allí en más midió sus movimientos. De todas formas, el canalla cargaba todo el juego por ese sector.
Lovera probó desde afuera con un tiro a colocar que se fue por encima del travesaño (5’) y un ratito después fue el propio Lovera quien intentó ponerla en la cabeza de Cervera, pero Carrizo se la sacó del buche. Era poquito lo que ofrecía el canalla, pero del otro lado la exigencia era nula. Huracán jugaba en función del punto que, parecía, había venido a buscar.
El doble cinco estaba bastante bien parado y por eso, más la liviandad del globo, el canalla no sufría demasiado, pero eso no le allanaba el camino como para ir con decisión y claridad. Lovera volvió a probar otra vez de lejos con un remate que se fue cerca del ángulo y no mucho más. Claro, hasta que llegó esa genialidad de Campaz por izquierda (41’), con el pase a O’Connor, la gran devolución hacia adelante del juvenil, y el toque sutil del colombiano, a tres dedos, para vencer la resistencia de Chaves. Un golpe en el momento justo, para ir al vestuario con el semblante más relajado.
La salida de Campaz tuvo impacto en el equipo, porque el canalla no sólo se quedó sin su jugador más incisivo, sino que el posicionamiento ya fue otro, con dos líneas de cuatro bien marcadas y con Malcorra como mediapunta. De lo que no quedó dudas es que tras el reinicio se comenzó a ver otro partido, con un Central ya no tan ambicioso, sino demasiado replegado en su propio campo, lo que hizo que Huracán tuviera todas las libertades habidas y por haber para comenzar a manejar la pelota y los tiempos del partido. Claro, la liviandad del globo fue un guiño cómplice para un canalla que nunca entró en sintonía en ese segundo tiempo de bajísimo vuelo futbolístico.
Ya al minuto de juego Souto la puso dentro del área para Mazzanti, pero el delantero no pudo dominarla y la pelota terminó en las manos de Broun. Fue algo más que un llamado de atención.
La mitad de la cancha comenzó a ser una zona de tránsito libre, con Ortiz y Toledo sufriendo el trámite y con el resto intentando acompañar, pero siempre corriendo detrás del balón. La única del canalla, un tiro de lejos de Malcorra que contuvo Chaves. Sólo eso.
En medio de ese desconcierto canalla, Mazzanti penetró a espaldas de Coyote y remató a las manos de Broun. Después Cóccaro la tiró afuera y sobre los 30’ Coyote Rodríguez metió un cierre tremendo cuando Mazzanti se aprestaba a sentenciar a Broun.
¿Qué hizo Central? Aguantó como pudo, ya con Komar adentro, después con Sández (en el final), pero jugando a lo que podía con el único fin de aguantar esa victoria sufrida que estaba consiguiendo y que le representaba un montón.
La estela del clásico, Central la estiró hasta este partido, en el que hizo muy poquito y por ese poquito el triunfo fue un premio imposible de desechar. El gol de Campaz, el paso hacia adelante en la zona A, el fortalecimiento en la Sudamericana y el acercamiento a la Libertadores. Oro en polvo para el canalla
Fuente: La Capital