A pocos días de su triunfo en la elección de concejales en Rosario, Juan Monteverde pasó por el stream El Ciudadano Política, donde analizó los alcances de la victoria y el desafío de “ir a buscar” a los desencantados que le dieron la espalda a los comicios. “De la mitad que fue a votar, la mayoría nos eligió a nosotros. Hay que ir a buscar a la otra mitad, que potencialmente son todos votos nuestros”, dijo el actual edil de Ciudad Futura, que en estas elecciones volvió a presentarse en sociedad con amplios sectores del peronismo. Habló de la convocatoria al diálogo con el intendente, la discusión que se viene sobre la autonomía de Rosario, el freno que su victoria significó para el gobierno de Javier Milei, pero puso énfasis en la “tarea pedagógica” que tiene por delante para convencer a los que no se sienten representados. “No podemos cambiar el mundo con la mitad de la gente afuera”, advirtió.
—Uno de los datos salientes de la elección, más allá del resultado, fue el récord de ausentismo. ¿Qué análisis podés hacer?
—Por un lado, confirma una hipótesis con la cual venimos trabajando desde que nos fundamos como partido político: lo que hay en Rosario, en Santa Fe, en Argentina, es una crisis de representación política. La mayoría de la gente siente que lo que pasa arriba, en el Palacio, no tiene nada que ver con su vida cotidiana. Entonces, es muy difícil construir proyectos políticos transformadores si la mayor parte de la población está desafectada de la política.
Por otro lado, desde que ganó Milei vengo discutiendo mucho, sobre todo con dirigentes políticos, que en Argentina no hay un proceso de derechización de la sociedad. No nos fuimos a dormir creyendo en la justicia social y nos levantamos creyendo en la escuela austríaca. Lo que hay es una crisis de representación política donde la mayoría no se siente representada por nadie. Si la sociedad se derechizó, entonces es culpa de la sociedad y no de la política, que no está representando los intereses de la mayoría. Es la mejor forma que tiene la política de sacarse el problema de encima. Nosotros creemos que toda la bronca, la angustia y la frustración que siente la mayoría de las personas es porque cada vez trabajan más, hacen más esfuerzo y cada vez tienen menos. Si toda esa bronca, esa angustia y esa frustración se canaliza en una opción progresista, nacional y popular de izquierda, es posible. Y lo que estamos haciendo, con mucha humildad en Rosario, es eso.
Si somos capaces de conectar con esa desesperación de nuestra gente, con los dolores, con los malestares, pero también con los anhelos, con los sueños podemos transformarlo en algo positivo.
—Tu triunfo fue importante no sólo por lo que representa para los rosarinos, sino por la proyección que tiene a nivel nacional, por el impacto en el gobierno libertario. ¿Cuál es tu lectura?
—Hay tres dimensiones de la importancia del triunfo del domingo. Una dimensión local, ya que hacía 24 años que la oposición no ganaba una elección en Rosario. Ninguna. Ni ejecutiva, ni legislativa. Hace 40 años que gobierna el mismo frente político y hacía 24 que la oposición no ganaba una elección, porque la última fue el PRO en 2017, pero que después se incorporó al oficialismo. Logramos romper o quebrar algo que existe hace mucho tiempo. Se rompió la idea de que hay una sola fuerza que puede gobernar Rosario. Y eso es muy potente, porque eso levanta nuestra autoestima, hace ver que si uno construye, trabaja, si es coherente, los resultados aparecen. Esa es la importancia en términos locales de esa elección, porque además nos va a dejar a las puertas de gobernar la ciudad en 2027. Se escapó por muy poquito en el 23, pero con esta elección demostramos que no fue un hecho casual, sino que tiene que ver con un proceso de construcción y de unidad muy importante.
Después hay una importancia nacional, que tiene que ver con la coyuntura. Rosario es, si se quiere, la primera ciudad de Argentina que le pone un freno al gobierno nacional. Es un orgullo grande que sea nuestra hermosa, rebelde y querida ciudad la que le diga “hasta acá llegaste”. Que el pueblo de Rosario haya tenido esa dignidad me parece fundamental.
Un tercer elemento que me parece importante, que también da la relevancia nacional, es por el tipo de proyecto que venimos construyendo. No es solamente un proyecto de resistencia, sino de alternativa, que son cosas distintas. Una alternativa de gobierno para la ciudad de Rosario en dos años, pero también una alternativa de construcción política, de maneras, de formas, de coaliciones, de liderazgos, y creo que por eso también tiene tanto impacto nacional.
Se empieza a ver algo de más largo aliento, que tiene que ver con la necesidad de nuevos liderazgos, de nuevas plataformas de articulación política. En definitiva, hay algo que venimos buscando mucha gente hace mucho y que creo que la elección de Rosario fue decir, “che, esto que está pasando en Rosario es parecido a lo que mucha gente quiere”.
Hace 10 años que estamos como dando vueltas y siempre terminamos en el mismo lugar. Entonces, me parece que esto también es una bocanada de aire fresco para pensar lo nuevo.
—Después de las elecciones, le pediste abrir una instancia de diálogo al intendente, que respondió que el diálogo será para todos los sectores…
—Me parecía importante dos cosas del discurso de la victoria del domingo. Me parecía importante la actitud en la victoria. Me parece más importante que la actitud en las derrotas, que generalmente te enseñan más, que te hacen mejor persona. Creo que los verdaderos proyectos y los liderazgos se ven más en las victorias que en las derrotas. Y para mí era fundamental no hacer un discurso de regodeo en la victoria, sino señalar el momento en el que estamos y todo lo que falta. Por eso dije dos cosas.
Por un lado, ganamos la elección de la gente que fue a votar, la mayoría nos eligió a nosotros, y eso es un orgullo enorme. Pero está la otra mitad que no fue a votar y a esos hay que ir a buscarlos. Lo señalé porque le quería dar un mensaje a esa gente de que entiendo las razones de la bronca y estoy dispuesto a que la transformemos juntos. Yo no empecé a militar cuando tenía 20 años para ser concejal, intendente o gobernador. Yo empecé a militar para cambiar el mundo, desde el lugar que me toque. Y no podemos cambiar el mundo con la mitad de la gente afuera. Necesitamos sumarle a esta mayoría que hoy construimos, esa otra mayoría que se quedó en la casa, porque si juntamos esas dos mayorías, los cambios van a ser irreversibles.
—¿Es sólo bronca o hay un gran desinterés? Porque el porcentaje mayor de ausentismo se dio en jóvenes…
—Hay distintas formas de ver dónde están los que no están. En el centro, el 40% no fue a votar y en los barrios el 60%. Lo cual también es un problema, porque, donde más hace falta, la gente menos vota. Es una mezcla de un montón de sensaciones.
Es una crisis de representación, de bronca, de “nadie me representa”, una bronca fundamental con los que gobiernan. Todos nos tenemos que hacer cargo de la crisis que vive la democracia, pero fundamentalmente los que vienen gobernando hace tanto tiempo. Lo resumo en esa frase de saber popular, que dice “gane quien gane las elecciones, yo mañana me tengo que levantar a trabajar igual”. Explica perfectamente las razones por las cuales la gente no va a votar. Lo que depende de nosotros es desarrollar políticas que le muestren a esas personas que no es lo mismo el proyecto colectivo que rodea tu trabajo y tu esfuerzo individual, gobierne quien gobierne. Hay una tarea de pedagogía política que hay que hacer.
Todos los que vivimos de nuestro trabajo, gane quien gane las elecciones, nos tenemos que levantarse a laburar igual, pero obviamente ni tu salario va a rendir lo mismo, ni tu vida va a ser igual, ni la capacidad de educar y proyectar el futuro de tus hijos, pero esa frase grafica ese cable que se rompió, que hay algo desconectado.
Depende de nosotros volver a conectar ese cable, de lo contrario todos los esfuerzos van a ser en vano. Y eso es el triunfo de la pedagogía neoliberal, que es el individuo, entonces nosotros tenemos que hacer una contrapedagogía neoliberal, y eso es un gran deber que tenemos los proyectos populares: trabajar cuando se está en el gobierno y también cuando no se está en el gobierno. Trabajar siempre en la sociedad, no solamente en el Estado.
—Y también el desafío de mostrar que el Concejo tiene más herramientas, la importancia del legislativo, pero también de la política y de la cercanía…
—También es verdad que alguien te vota y después un concejal no tiene poder ni para sacar un árbol que está rompiendo la casa un vecino, o para cambiar una lámpara de luz. Entonces, también estas instituciones funcionan mal. Y nosotros tenemos que ser los primeros en criticar. ¿Por qué yo me voy a poner a defender este Concejo? Si no funciona casi para nada como está. Y la responsabilidad de que no funcione para nada, es de los que lo gobiernan. De (Pablo) Javkin y el oficialismo.
Yo también quiero discutir, y ahora vamos a tener una gran oportunidad con la reforma de la Constitución, meter otra institucionalidad.
Yo a este Concejo no lo voy a defender porque no funciona. No le sirve a la gente. Entonces, tenemos un gran desafío que es volver a enamorar o a representar. La única alternativa que tenemos, insisto, no para ganar una elección, sino para salvar esta democracia en crisis, es que la política vuelva a hablar de los problemas, de los padecimientos, de los sueños y de los anhelos de nuestra gente.
Un ejemplo concreto, una trabajadora de un centro de salud provincial que atiende la farmacia del centro de salud gana 600 mil pesos por mes en un contrato cada tres meses. Está en esa situación hace cinco años. Trabajando lejos de su casa, llegando en un sistema de transporte público en decadencia. Esa persona llega a su casa después de una vida agotadora, prende el televisor y cuando escucha a un dirigente no hablan de ninguna de esas cosas, sino que están hablando si hay Paso o no hay Paso. Es obvio que va a decir “esta gente a mí no me representa ¿Para qué voy a votar? Si no hablan de mí, si yo no les estoy interesando».
Tenemos que hacer un esfuerzo gigante para cada vez que tenemos la oportunidad de tomar un micrófono, ni hablar los que tienen que gobernar, hablar de eso. Hablemos de cómo hacemos para que en Rosario toda la persona que trabaje pueda tener una casa. Yo quiero ser intendente para que todos, las rosarinas y los rosarinos, que se levantan a laburar, puedan de a poquito, en cuotas y en pesos, comprarse una casa propia. Para poder, a partir de ahí, desarrollar su proyecto de vida mucho más tranquilo y mucho más relajado, y que a su vez puedan dejarle a sus hijos un lugar donde dormir el día de mañana. Es la cuestión más simple, sobra tierra, sobra capacidad, se puede hacer.
La política tiene que volver a hablar de esas cosas tan vitales, tan simples, que nos quisieron hacer creer que es demasiado complejo. Si la política no sirve para que la gente tenga un trabajo, que dentro de lo posible le guste, que no tenga que estar todo el día trabajando para vivir, que después te quede un tiempo para vivir otras cosas, y tener una casita donde ir armando tu proyecto de vida, no es tan complejo…
El intendente debe tomar otra actitud con respecto a los problemas urgentes, y para eso hay que recuperar el diálogo político entre el oficialismo y la oposición, que desde el año 2023, donde casi ganamos la elección, el intendente decidió cortar. Nosotros nos pusimos a absoluta a disposición. Lamentablemente no solo nadie se comunicó, sino que las pocas cosas que escuché cuando le preguntaron no son muy alentadoras.
—Habló de un diálogo entre todos los sectores…
—Vos podés dialogar con todos los concejales, pero hay uno que ganó la elección y que casi te gana la elección el 23 y la oposición está acá. Sí, hay que hablar con todos, pero yo te propuse algo concreto. Juntémonos el lunes a ver cómo todo lo que dejó de andar en esta ciudad funciona. Y estamos hablando de pasar a buscar la basura, de que pongan luces en las calles y que el colectivo pase.
—En unos pocos días te vas a la Convención Constituyente en Santa Fe. Allí se va a decidir, entre otras cosas, la autonomía de la ciudad para que Rosario dicte su propia Carta Orgánica. El oficialismo propone avanzar con la composición actual del Concejo.
—Es parte de una política que no reacciona y que parece que no tiene contacto con la realidad. El intendente venía diciendo que quería sancionar la Carta Orgánica con la actual composición del Concejo. Ahora sale tercero en la elección y lo primero que se le ocurre decir es que quiere ir con una composición de una correlación de fuerzas vieja a discutir nada más y nada menos que la Constitución de la ciudad de Rosario, cuando hace décadas se dice que Rosario no puede hacer todo lo que quiere, justamente porque no tiene la autonomía. Es un proceso importantísimo de debate que se tiene que dar la ciudad, y eso yo lo vamos a plantear como convencional. No lo tienen que hacer los concejales, lo tiene que hacer el pueblo de la ciudad Rosario.
—Vos mencionabas que no es cuestión de ser solamente una oposición, sino una alternativa. ¿Cómo vislumbrás la continuidad de esta unidad con el peronismo y con otros sectores hacia el 2027?
—Es una de las de las grandes enseñanzas del domingo y de la parte cualitativa de la victoria, que es el proceso de unidad y diversidad, de unidad y renovación, que venimos generando desde 2023 a esta parte. Tenemos un gran desafío después del 23 que es mostrar que eso que había pasado no era una mera alianza táctica electoral para ganar una elección, sino que era una decisión políticamente muy profunda. Y un gesto contracultural. Esta confluencia que construimos entre Ciudad Futura, entre el 99% de los sectores de del peronismo, entre otros partidos políticos, pero también en representación social, con muchísimos sindicatos de la ciudad, los movimientos sociales, el movimiento de mujeres, el cooperativismo y el mutualismo forman parte orgánica de este proyecto. Con muchos de estos compañeros que hoy estamos juntos, hasta ayer estábamos compitiendo. En un mundo donde todo el tiempo nos quieren hacer creer que el que está al lado tuyo no es un compañero, sino que es un competidor, y que vos le tenés que pisar la cabeza al de al lado para tener éxito, haber unido toda esa fuerza es un gesto contracultural.
Con cada uno de estos compañeros que compartimos el espacio nos encontrábamos en los mismos barrios construyendo, en las universidades, en los sindicatos, en las calles dando la misma pelea. Sin embargo, todos los días estábamos juntos peleando por lo mismo, soñando mundos muy parecidos, pero había un día, que era el día de las elecciones, que aparecíamos divididos y obligábamos a mucha gente a tener que elegir entre nosotros. Decidimos dejar de competir y empezar a cooperar. Y de esa forma nos dimos cuenta que no solamente somos mejores dirigentes, sino que además también somos mejores personas y que además eso se transmite.
Fuente: El Ciudadano