Es cierto que se les escapó a los de ahí abajo, en el césped, lo que festejaban como nunca los de arriba, la multitud que copó el cemento. Pero es imposible, además de injusto, no mirar el banco cuando empieza Néstor Raúl Gorosito a cruzar la cancha resignado. Es que Colón es otro equipo de la mano de “Pipo”. En verdad, quedó ese gusto amargo de tenerlo “casi ganado” a terminar empatando. Pero el que reaccionó para empatar es uno de los mejores equipos de este inicio.
Desde que llegó, el hombre del bronceado, el pescado, la cumbia y la cerveza, inventó algoritmos de fútbol, los combinó y generó máquinas de pelotas para mejorar el material humano que antes había en un plantel al que tomó último y sin alegrías. Sí, con su sabiduría desde el banco, “Pipo” lo mejoró a Colón con su propia inteligencia artificial.
No perdió, está invicto y metió un batacazo al silenciar La Bombonera contra Boca y por momentos borró a Talleres en Santa Fe. Todo de “Pipo”, de la nada y el vacío total a esta certeza de equipo refundado. A pesar de esa bronca del final del 2-0 al 2-2.
El famoso “inflador anímico”, tantas veces usado en el fútbol para equipos en crisis, había presentado sus credenciales en La Bombonera de la mano de Néstor Raúl Gorosito.
Es que si algo había hecho Colón, desde la llegada de “Pipo”, era enviar telegramas de pre-aviso de victoria. En la mayoría de esos empates encadenados, había merecido ganar. Sin embargo, con el show de los penales errados, siempre se quedaba a mitad de camino. Pero en La Boca, al comienzo y al final, entraron las dos manos para noquear al equipo de Riquelme.
Así, después de mucho tiempo, evitando rachas nefastas, saliendo del último lugar y ganando un partido en mucho tiempo, el aire sabalero para llegar a Talleres había sido óptimo.
Enfrente, tal cual lo marcaban sus números, un rival duro. Que con Garro, Ramón Sosa y Michael Santos (todos goles “puros” de campo) habían hecho olvidar al colombiano Valoyes. Sin embargo, justo en Santa Fe, decidió Gandolfi también mandar a campo al peligroso atacante cafetero.
Como si el partido en el Cementerio hubiera sido una continuidad de La Bombonera, Colón lo enterró de entrada a Talleres en ese primer tiempo. A los dos minutos nomás, inteligencia de Perlaza y resolución de Ramón Darío Ábila con el sello de “Wanchope”: aguantar, girar, patear. Más allá del desvío en Catalán, golazo del “9” cordobés.
Y así como en dos minutos Colón lo ganaba, en dos minutos perdonó todo Talleres en Santa Fe: a los 32 se confió Nardelli, contra de la “T”, pase-gol de Pizzini a Santos pero pelota a las manos del arquero sabalero. A los 33, rebote involuntario, pase dañino a Garro y la inmensidad de “Nacho” Chicco para usar su pierna, evitando el 1 a 1 en el arco del FONAVI.
Otra vez, antes del descanso, las dos figuras de La Bombonera: robo millonario de Perlaza, habilitación para “Wanchope”, asistencia “picada” y gol de Pierotti. Revisión de VAR, trazado de líneas y otra vez gol de Pierotti. Así, con solidez y contundencia, lo borró Colón a Talleres en el Brigadier.
En el complemento, movió el tablero con el 0-2 Gandolfi: Bustos y Depietri a la cancha. Antes que lo mejorara, Colón rifó la contra del 3-0 de manera increíble: carrera letal de Pierotti (ganó la posición arrancando de atrás), enganche con lujo, pase-gol a Eric que la mandó a una Meza del FONAVI. Fue un penal a la carrera.
Esa mejoría de la “T”, después de una conversión de Santos, terminó en un “raro” gol de Bustos: derechazo, caño y comba para adentro para el 1-2.
“Pipo”, que ya había metido a Ibáñez por Teuten, mandó a Neris por “Wanchope” y a Moreyra por JP. El partido era electrizante, roto en la zona de medios.
En esa rotura, Nardelli dejó a Colón con diez: barrió a Santos estando amonestado (pisotón a Garro) y el sobrino de Beligoy lo mandó a bañarse.
Al toque, corrigió Gorosito: la torre Acevedo a la línea de tres, Meza afuera y todos los cambios agotados.
En ese final, con diez, Colón ganaba pero le pesaba el cansancio de La Bombonera, el 3-0 errado por Meza y correr con uno menos los minutos finales en Santa Fe.
A los 37, luego de un lindo toqueteo cordobés, Paolo metió miedo y Michael Santos la tiró otra vez a las nubes.
Los roles estaban cantados: el de Talleres, perdiendo, atacar; el de Colón, ganando con un jugador menos, aguantar. La gente, con su griterío, bancando a los diez sabaleros ahí abajo.
A los 43, en la única que hizo bien Valoyes (perdió siempre con Garcés), con un centro/asistencia con mucho veneno, la bola donde duele cuando viaja así y otra vez Nahuel Bustos, ahora de cabeza y desde atrás para inflar la red de Chicco. La revisión del VAR, con el trazado de líneas entre Acevedo y el goleador de Talleres, ratificó el grito para poner un 2-2 de película en el Centenario.
Los aplausos del final premiaron la entrega con diez pero además reconocieron la clara mejoría de Colón de la mano de “Pipo”. Esas caras sabaleras resignadas, de bronca, son las de siempre cuando un equipo gana 2-0 de local y el visitante lo empata en 25 minutos con una reacción desde los cambios.
Está mejorado Colón, aunque no pudo parar la furia cordobesa de un buen Talleres.
Fuente: El Litoral