Ante la avanzada del grupo extremista islámico, el mandatario de Estados Unidos interrumpió su estadía en Camp David y rompe el silencio.
El presidente estadounidense, Joe Biden, habla desde la Casa Blanca sobre la retirada de Estados Unidos de Afganistán. El mandatario, callado desde hace varios días ante la crisis más grave desde su elección en noviembre, acortó su estancia en Camp David, el lugar de vacaciones de los presidentes estadounidenses.
Inicialmente estaba previsto que permaneciera allí hasta el miércoles, pero la toma relámpago de Afganistán por parte de los talibanes, y la caótica evacuación llevada a cabo por las fuerzas estadounidenses en el lugar, hicieron insostenible su estadía fuera de Washington.
Bajo fuertes críticas de la oposición republicana, Biden, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas estadounidenses, debía llegar a las 17 hora local a la Casa Blanca. Durante su último discurso público sobre Afganistán el martes pasado, Biden defendió una y otra vez su decisión de retirar a los últimos soldados estadounidenses a más tardar el 31 de agosto, confiando el destino del país a un gobierno y a los soldados afganos ahora derrotados. Pero en lugar de una retirada ordenada, apoyada por la opinión pública, los estadounidenses son testigos de una debacle humillante, que concluye 20 años de intervención militar, la guerra más larga jamás librada por su país.
Quiénes son los 4 argentinos que viven en Kabul
En medio del terror por el que atraviesa Afganistán por la vuelta al poder de los talibanes después de 20 años Cancillería comunicó que hay cuatro argentinos en Kabul, la capital del país asiático. Se trata de Gilberto Velázquez Franco, Melisa Rolls, Rodolfo Yamila y Andrés Arévalo. Se encuentran en buen estado y están en contacto con la embajada argentina en Pakistán, que concentra además los vínculos con Afganistán.
Velázquez Franco integra la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que parte el martes rumbo a Kazajistán. Rolls y Yamila son miembros de una ONG y tienen pasaje comercial también para el martes con destino a Estambul, Turquía. El vuelo para ambos se mantiene vigente.
Mientras que Arévalo trabaja como piloto e igual a que los otros dos argentinos también integra una ONG. Partiría hoy junto a otros colegas en un avión privado hacia Uzbekistán, uno de los países limítrofes.
El dramático éxodo masivo de los extranjeros y ciudadanos de Kabul
Miles de personas fueron en masa al aeropuerto de Kabul para tratar de escapar de los talibanes, que volvieron a tomar el poder en Afganistán después de 20 años. Desesperados, los ciudadanos se colgaron de los aviones para intentar huir de los extremistas islámicos. Pero esa no es una opción para el profesor universitario Ahmad Fazil, que advirtió en declaraciones a TN que si trata de escapar cree que lo van a matar. Igualmente reconoció: “Dentro de unos días no sé si voy a estar vivo”.
El académico habla con miedo. Explicó que se enteró del avance de los talibanes a la capital del país mientras estaba en la universidad, que tuvo que abandonar por su seguridad. Fue a su casa, inicialmente no encontró a sus hermanos y admitió que sintió “mucho miedo”. Mencionó que sus familiares luego llegaron a las corridas a la vivienda. Desde ese momento permanecen encerrados, ya que creen que es la mejor manera de protegerse. En la noche del domingo uno de sus compañeros lo llamó y le avisó que Kabul había vuelto a caer en manos de los talibanes.
Consideró que no tiene “ninguna opción para escapar”, y se pregunta: “¿A dónde puedo ir, a dónde puedo escapar? Si lo intento creo que voy a morir, por eso es mejor que esté encerrado en casa. Es la mejor opción que tengo en este momento”. Explicó que las fronteras están cerradas y que durante los próximos días los únicos vuelos que habrá hacer son los militares.
Afganistán: las cifras de la guerra más larga que afrontó Estados Unidos
La misión de combate de Estados Unidos que llega a su fin en Kabul tras 20 años fue la guerra más larga del país. Los civiles tendían a olvidarse de ella y recibió mucho menos supervisión del Congreso norteamericano que la guerra de Vietnam, según un reporte de AP.
Esta guerra olvidada dejó varios puntos e interrogantes. A continuación se detallan algunos datos proporcionados por Linda Bilmes, de la Facultad de Ciencias Políticas Kennedy de la Universidad de Harvard y el proyecto Costos de la Guerra de la Universidad Brown.
Como entre el 2003 y 2011 Estados Unidos combatió en forma simultánea en Afganistán e Irak, algunas de estas cifras cubren ambos conflictos.
-La guerra más larga: Uno de cada cuatro estadounidenses nació después de los ataques de 2001 lanzados por líderes de Al Qaeda que se refugiaban en Afganistán.
-El costo humano: Desde el comienzo de la guerra murieron 2448 soldados estadounidenses, 3846 contratistas estadounidenses, 66.000 militares y policías afganos, 1145 miembros de fuerzas aliadas, incluidos de la OTAN y otros estados miembro, 47.245 civiles afganos, 51.191 talibanes y otros grupos armados, 444 trabajadores humanitarios y 72 periodistas.
-Disminución del porcentual en mortalidad infantil desde que Estados Unidos, afganos y otras fuerzas aliadas derrocaran al gobierno Talibán: Aproximadamente 50% .
-Porcentaje de niñas adolescentes afganas que pueden leer actualmente: 37%.
-Supervisión del Congreso: el 18 de septiembre de 2001 autorizó a las fuerzas de Estados Unidos a enjuiciar a los culpables del ataque del 11 de septiembre.
-Cantidad de veces que legisladores estadounidenses votaron para declarar la guerra en Afganistán: 0.
Además de las pérdidas de vidas humanas, la guerra de Afganistán dejó una serie de preocupantes signos de cara al futuro en la economía estadounidense. Según el análisis de AP, las comparaciones más resonantes en relación a otros conflictos del pasado son los siguientes:
-Porcentaje que el presidente Harry Truman aumentó temporalmente de las tasas fiscales para pagar la Guerra de Corea: 92%.
-Porcentaje que el presidente Lyndon Johnson aumentó temporalmente de las tasas fiscales para pagar la Guerra de Vietnam: 77%.
– Porcentaje que el presidente George W. Bush redujo de las tasas fiscales para los más ricos, en lugar de aumentarlas, al inicio de las guerras de Afganistán e Irán: Al menos 8%.
– Cantidad estimada de los costos de las guerras de Afganistán e Irak que Estados Unidos financió con préstamos hasta el 2020: 2 billones de dólares.
–Intereses estimados para el 2050: Por arriba de los 6,5 billones de dólares.
-Cantidad que Estados Unidos se comprometió a pagar en atención médica, discapacidad, entierros y otros costos para los aproximadamente 4 millones de veteranos de las guerras de Afganistán e Irak: más de 2 billones de dólares.
– Momento en que aumentarán esos costos: después del 2048.
La radiografía de los talibanes: liderazgos, ascensos y guerras internas
El funcionamiento interno y el liderazgo del movimiento talibán están envueltos en un halo de misterio, como cuando gobernó el país asiático entre 1996 y 2001. El mulá Haibatullah Akhundzada fue nombrado jefe de los talibanes en mayo de 2016 durante una rápida transición de poder, días después de la muerte de su predecesor, Mansur, muerto por un ataque de un dron estadounidense en Pakistán.
Antes de su designación, se conocía poco de Akhundzada, hasta entonces más centrado en cuestiones judiciales y religiosas que en el arte militar. Aunque este erudito gozó de gran influencia en el seno de la insurgencia, de la que lideró el sistema judicial, algunos analistas creían que su papel al frente del movimiento sería más simbólico que operativo. Hijo de un teólogo, originario de Kandahar, el corazón del país pastún en el sur de Afganistán y cuna de los talibanes, Akhundzada obtuvo rápidamente una promesa de lealtad de Ayman al-Zawahiri, el líder de Al Qaida.
El egipcio lo llamó “emir de los creyentes”, denominación que le permitió afianzar su credibilidad en el mundo yihadista. Akhundzada tenía la delicada misión de unificar a los talibanes, fracturados por una violenta lucha por el poder tras la muerte de Mansur y la revelación de que habían ocultado durante años la muerte del fundador del movimiento, el mulá Omar. El insurgente logró mantener unido al grupo y continuó siendo bastante discreto, limitándose a transmitir mensajes anuales raros en los días festivos islámicos.
Abdul Ghani Baradar, nacido en la provincia de Uruzgan (sur) y educado en Kandahar, es el cofundador de los talibanes junto con el mulá Omar, fallecido en 2013, pero cuya muerte fue ocultada durante dos años. Como muchos afganos, su vida se moldeó con la invasión soviética en 1979, que lo convirtió en muyahidín, un combatiente islámico fundamentalista, y se cree que luchó junto con el mulá Omar.
En 2001, tras la intervención estadounidense y la caída del régimen talibán, se decía que formaba parte de un pequeño grupo de insurgentes dispuestos a un acuerdo en el que reconocían la administración de Kabul. Pero esta iniciativa resultó infructuosa.
Abdul Ghani Baradar era el jefe militar de los talibanes cuando fue arrestado en 2010 en Karachi, en Pakistán. Fue liberado en 2018 especialmente por la presión de Washington. Escuchado y respetado por las distintas facciones talibanes, fue nombrado jefe de su oficina política, ubicada en Catar. Desde el país del golfo, llevó las negociaciones con los estadounidenses, que condujeron a la retirada de las fuerzas extranjeras de Afganistán. Hijo de un célebre comandante de la yihad antisoviética, Jalaluddin Haqqani, Sirajuddin es a la vez el número dos de los talibanes y el jefe de la red Haqqani.
Esta red, fundada por su padre, está clasificada como terrorista por Washington, que siempre la consideró como la facción combatiente más peligrosa ante las tropas estadounidenses y de la OTAN en los últimos dos decenios en Afganistán. También está acusado de haber asesinado a algunos altos responsables afganos y de haber retenido como rehenes a occidentales para obtener un rescate o mantenerlos como prisioneros como el militar estadounidense Bowe Bergdahl, liberado en 2014 a cambio de cinco detenidos afganos de la cárcel de Guantánamo.
Conocidos por su independencia, sus habilidades de lucha y sus fructíferos asuntos, se cree que los Haqqani están a cargo de las operaciones de los talibanes en las áreas montañosas del este de Afganistán y que tendrían una gran influencia en las decisiones del movimiento. Hijo del mulá Omar, Yaqub es el jefe de la poderosa comisión militar de los talibanes, que decide las orientaciones estratégicas en la guerra contra el Ejecutivo afgano.
Su ascendencia y sus vínculos con su padre, a quien adora como jefe de los talibanes, lo convirtieron en una figura unificadora dentro de un amplio y diverso movimiento. Las especulaciones sobre su papel exacto en la insurgencia son persistentes. Algunos analistas creen que su nombramiento al frente de esta comisión en 2020 fue sólo simbólico.