JERUSALEN.- Tras el ataque israelí contra territorio iraní ocurrido en la madrugada del viernes, la tensión en la región escaló rápidamente. La agencia oficial IRNA informó que Irán lanzó cientos de misiles balísticos en represalia, dirigidos hacia territorio israelí.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) confirmaron que Irán disparó cerca de 100 misiles en dos oleadas sucesivas. Aunque la mayoría fueron interceptados, algunos lograron impactar en territorio israelí. El resultado preliminar: al menos 40 personas heridas, dos de ellas en estado crítico y cuantiosos daños materiales en zonas residenciales.
«El ataque continúa», advirtieron las autoridades israelíes, al tiempo que instaron a la población a mantenerse en resguardo. Todo el territorio israelí fue declarado bajo alerta roja.
Estados Unidos interviene
Un funcionario estadounidense confirmó que las fuerzas de defensa de EE.UU. ayudaron a interceptar parte de los misiles iraníes, reforzando la defensa aérea israelí en tiempo real. Este respaldo expone el carácter geopolítico del conflicto y la posibilidad de una ampliación del enfrentamiento.
El mensaje de Netanyahu y la postura iraní
Tras el contraataque, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu envió un mensaje directo al pueblo iraní:
“El régimen que los oprime desde hace casi 50 años amenaza con destruir nuestro país. Si logramos frustrar su amenaza nuclear, les allanamos el camino hacia la libertad”.
Del otro lado, autoridades iraníes calificaron el ataque israelí como «una declaración de guerra» y aseguraron que responderán ante cualquier nueva provocación, abriendo el camino a una posible «operación prolongada» de Israel en suelo iraní.
Bombardeos sobre infraestructura militar
Antes del contraataque, Israel había intensificado sus operaciones aéreas en Irán, apuntando especialmente a sistemas de misiles tierra-tierra y depósitos estratégicos. También fue bombardeada la base de la Fuerza Aérea de Tabriz, ubicada en el norte de Irán.
Un escenario de guerra abierta
La situación en Medio Oriente es de máxima tensión, con una escalada que podría tener consecuencias globales. Tanto Israel como Irán parecen estar dispuestos a sostener el enfrentamiento, mientras el mundo observa con creciente preocupación.
La posibilidad de un conflicto regional a gran escala ya no parece una hipótesis lejana.