El caudal del río Paraná se está viendo afectado, nuevamente, por una bajante que anticipa un escenario complejo de cara a los próximos meses, para los que las proyecciones de lluvias no solo no son suficientes como para garantizar una recomposición en los niveles de agua en la región, sino que además marcan que se estaría dando inicio a una temporada de sequía.
Esta situación de estrés hídrico, que convive con los elevados índices de contaminación que se agravan en zonas urbanizadas, tiene un profundo impacto sobre los ecosistemas de la región y también deja al descubierto distintas situaciones, como el desecho de residuos cloacales “sin tratamiento” en el río, y la acumulación de peces muertos sobre la costa.
Juan Borús, responsable del área de Pronósticos en el Instituto Nacional del Agua (INA), describió este martes el panorama actual como “la continuidad de un escenario que ya vivimos en 2020, 2021 y 2022”. Aunque marcó una diferencia al mencionar que se trata de una situación “un poco mejor” que la registrada en 2021.
“Desde fines de 2019, en todo el continente sudamericano se está viviendo un escenario de sequía predominante”, lo que llevó a que en 2020, “cuando se manifestó bruscamente la bajante”, la principal preocupación eran las tomas de agua para consumo urbano, recordó Borús.
En diálogo con La Primera de la Tarde (Radio 2), el especialista del INA apuntó que, desde entonces, se tomaron algunas medidas por las que la falta de agua para consumo doméstico ya no sería un problema, aunque sí se hace un seguimiento de esta cuestión.
Por otro lado, dijo que sí hay preocupación con respecto a la “disponibilidad de agua en zonas alejadas de los grandes ríos”. “Todavía tenemos no solamente una condición de déficit de precipitaciones, sino que además la tendencia climática hasta –por lo menos– el 30 de noviembre marca que habrá lluvias por debajo de lo normal”, indicó.
Poca expectativa de lluvias
En relación con las proyecciones para los próximos meses, Borús anticipó que “no tenemos un horizonte muy optimista”. “Las previsiones de lluvias sobre la mitad norte, formadora de la vía fluvial, marcan que podrían llegar a ser normales en algunas regiones. Pero con lo normal no alcanza”, advirtió.
Las pocas lluvias previstas para la región norte de Argentina complican una posible normalización de la “condición hídrica de los suelos” que, luego, podría derivar en “la formación de excedentes para que los ríos puedan empezar a recuperarse”.
Es decir que la bajante se mantendrá, por lo menos, hasta fines de 2024, aunque con una altura del río que en principio no caería hasta los peores niveles de años anteriores. De todas maneras, esto sí representa un compromiso para, por ejemplo, la navegación de buques de carga.
El INA también advirtió el mes pasado que las “lluvias para el trimestre Agosto-Septiembre-Octubre de 2024 pueden ser inferiores a la normal sobre el sur del Litoral” y otras regiones, basándose en el último pronóstico trimestral elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
En definitiva, Borús concluyó indicando que lo que impera es la “incertidumbre con respecto a la posibilidad de que en la región central de la Cuenca del Plata puedan llegar a haber en la primavera lluvias normales”, que en el mejor de los casos podrían generar una recuperación “lenta y gradual” de los ríos.
Fuente: Rosario3