Necochea tiene esa característica de ser un balneario popular que al mismo tiempo conserva rincones con historia y arquitectura que muchos turistas pasan de largo. Mientras la mayoría se queda en la playa y la costanera, hay espacios que cuentan otra versión de la ciudad, esa que viene de principios del siglo XX y que sobrevivió al paso del tiempo. Para los que buscan algo más que sol y arena, Necochea guarda sorpresas interesantes. A continuación te invitamos a descubrirla:
Parque Miguel Lillo: el pulmón verde frente al mar
Uno de los espacios más importantes de Necochea es el Parque Miguel Lillo. El mismo se extiende por unas 640 hectáreas entre la avenida costanera y el centro de la ciudad. Su construcción data a partir de 1948 y tuvo el propósito de detener el avance de la arena voladora sobre la ciudad.
Aquí se combinan zonas bien diferentes: hay sectores de bosque denso con eucaliptos y pinos de más de 80 años, y otros más abiertos con canchas de fútbol y espacios para hacer asados. Los fines de semana las familias aprovechan para armar campamentos bajo los árboles y pasan el día entero ahí. Tiene senderos internos para caminar o andar en bici, y varios sectores con juegos para los más chicos.
Desde algunos puntos del parque se ve el mar a lo lejos, lo que genera esa sensación media extraña de estar en el bosque pero con olor a sal en el aire. Los amaneceres entre los árboles tienen su magia particular donde runners y ciclistas aprovechan esas horas tempranas cuando todavía no hay nadie. Si te interesa conocer tanto este parque como otros lugares increíbles que ofrece esta ciudad, hay pasajes a Necochea desde varios puntos del país.
Faro Quequén: guardián del puerto
A pocos kilómetros del centro de Necochea, cruzando hacia Quequén por el puente sobre el río homónimo, aparece el faro que guía a los barcos desde 1921. Este faro tiene 34 metros de altura y funcionó durante décadas con un sistema de lentes importado de Francia. Dejó de operar con fareros en 1983 cuando se automatizó, pero sigue cumpliendo su función de orientar embarcaciones.
Desde el mirador superior se tiene una vista del puerto de Quequén, uno de los más importantes del país para exportación de granos, y del río que desemboca en el mar formando ese contraste entre agua dulce y salada. Los días de viento la subida puede ser medio complicada porque las escaleras internas son angostas y empinadas.
Edificios históricos del centro
El centro de Necochea conserva construcciones de principios del siglo XX que sobrevivieron a la modernización. La Catedral Santa María del Carmen, inaugurada en 1938, tiene una arquitectura particular con influencias neogóticas. El edificio del antiguo Museo Histórico Regional (aunque ahora funciona en otra ubicación) mantiene esa fachada de los años 20 que contrasta con los comercios más nuevos alrededor.
Caminar por la calle 59 entre las avenidas 6 y 10 es como hacer un repaso de estilos arquitectónicos que conviven. No hay carteles ni tours organizados, simplemente hay que darse el tiempo de mirar para arriba mientras se camina.
Necochea tiene más capas de las que aparecen en las fotos de Instagram. Para los que se toman el trabajo de buscar más allá de la playa, la ciudad muestra una historia portuaria, arquitectónica y verde que pocos balnearios argentinos pueden ofrecer.

