El hijo de Nora Dalmasso le contó a Infobae cómo era su madre. El altar que hay en la casa, el primer libro que le regaló, la canción que escuchaban juntos y la fortaleza que lo une a su padre y a su hermana.
Facundo Macarrón a veces llora solo y en silencio. Como si en ese acto íntimo estuviera a salvo del pasado y de los peligros del mundo. De tener que mostrar una fortaleza ante el resto. Por más que quiera ocultarla, ahora su tristeza, este viernes a la mañana en el jardín de la casa de Villa Golf, en Río Cuarto, parece instalada en sus ojos claros. Una mirada perdida, como dice él, que va hacia la búsqueda permanente de su madre, Nora Dalmasso.
-Una mirada perdida que quiere saber la verdad y siente el dolor de que ella no esté más acá. La extraño horrores. Es una constante nostalgia, he contenido muchas lágrimas porque el sobreviviente no tiene tiempo para llorar.
Eso dice Facundo a Infobae en la entrevista exclusiva que le concedió en medio del juicio oral en contra de su padre Marcelo Macarrón por ser el presunto autor intelectual del crimen de Nora Dalmasso, asesinada en esa casa el 26 de noviembre de 2006.
A poco más de 15 años del atroz asesinato, Facundo aún no pudo hacer el duelo. Después de haber sido acusado falsamente de abusar y de violar a su madre -fue imputado el 4 de junio de 2007 y absuelto el 4 de octubre de 2012- acusaron a su padre y siente que lo que él considera una persecución judicial y, en parte, mediática, le impida sentarse a hablar sólo del lado más luminoso de sus recuerdos. Es decir: de cuando su madre habitaba este mundo. De ella se sabe poco, como si todo crimen borrara el pasado y detuviera a quien lo sufre en los instantes finales y en la foto de la víctima sonriente. Las fotos de Nora, siempre mencionada como víctima, marcan eso. Su sonrisa.
Pero poco se sabe de quién fue, cómo era y lo que hizo por su marido y sus hijos.
A Facundo le gustaría hablar sólo de su madre, pero es inevitable que el asesinato y todo lo que generó termine por copar su relato.
“Esto es obra de ella y creo que por eso mi viejo sigue atado a esta casa”, dice Facundo y señala el jardín florido de la casa. Adentro hay un altar con la foto de su madre, rodeada por lirios -que en Río Cuarto crecen una vez al año- y velas.
Facundo, de 34 años, sigue, de algún modo, conectado a su madre. Revela que tuvo un sueño muy especial en el que aparecía ella.
— ¿Cómo fue?
— Es algo íntimo, prefiero reservármelo.
— ¿Recordas su voz?
— Fue lo primero que me pareció olvidar y ahí fue mi primera crisis. Porque no me acordaba de su voz.
El hijo mayor de Nora y Marcelo viajó desde el exterior, donde es diplomático, para volver a Río Cuarto y, junto a su hermana, acompañar a su padre en las tres audiencias semanales que tiene el juicio a cargo del Tribunal de Río Cuarto. La familia de Nora, desde sus hijos Valentina y Facundo hasta su hermano Juan Dalmasso, pidieron que se investigue como sospechoso al empresario rural Miguel Rohrer, ex amigo de la familia.
— ¿Qué balance hacés del primer mes del juicio?
— Creo que siempre existieron durante estos 15 años dos procesos paralelos, uno mediático y otro judicial. A mi me parece que judicialmente la razón por la cual mi viejo está sentado hoy en día en el banquillo de los acusados es absurda y eso se refleja todos los días en las distintas testimoniales. No surge en el juicio, porque no existe, ninguna prueba en contra de mi viejo, ni siquiera indicios. Cuando el fiscal de instrucción (Luis) Pizarro armó la acusación delirante que vino a transformar la autoría material de la muerte de mamá en una supuesta autoría intelectual. Se basó en las supuestas desavenencias matrimoniales y en segundo lugar un supuesto rasgo de la personalidad de mi papá que sería la avaricia. Hasta ahora en el juicio en ningún momento ninguno de los testigos afirmó que existieran esos móviles.
— ¿Crees que en los testimonios de las personas que conocían a tus padres está reflejada la verdad?
— Claro. En varios testimonios se destacó la generosidad tanto de mi viejo como mi vieja. Hay una construcción de la posverdad, en base al proceso mediático que afectó también el proceso judicial y esto fue una variable constante que se fue desarrollando durante los quince años y que nos afectó mucho. Las personas más cercanas a nosotros, que es nuestra familia materna y paterna y las empleadas que trabajaron en casa y hasta la podóloga, todas hablaron desde el corazón y con la verdad: que el matrimonio de mis padres era normal, y esto lo pueden decir también sus amigos. De hecho, todos los testimonios lo dijeron: el amor que existía en la pareja y en la familia y la generosidad que ellos tenían con todos y todas.
— ¿Cómo es tu padre y como era tu madre?
— Mi viejo tiene un buen concepto. En Río Cuarto siempre se lo ha conocido por ser un buen médico. Pero, sobre todo, y esto fue también declarado por un testigo, se le reconoce la predisposición constante que tiene de ayudar al otro. Y mi mamá era igual desde su lugar, desde su rol de madre, de amiga, de hija, de compañera de trabajo. No ayudaban solamente, se desvivían por ayudar. De hecho, hay una testigo que pasó y supuestamente, y digo supuestamente porque para el proceso mediático complicaría a mi papá, esta mujer es Marita Garro, que presuntamente mi papá le dijo que si su cuñado tenía algo que ver, que no se arruinara la amistad entre ellos. Mi viejo nunca le dijo eso. Marita nunca fue a casa después de la muerte de mi mamá, es un testimonio armado, obviamente. Tan armado que dijo que me vio jugando con juguetes, cuando en ese entonces yo tenía 18 años. Mi padre ya lo desmintió en el juicio. Pero ella ni siquiera admitió que a la hija de esta mujer, que tuvo un cáncer a los 15 años, mi mamá la subía en el auto y la llevaba a Córdoba a hacerse tratar por médicos que le recomendaba mi viejo.
— Esa testigo también criticó a tu hermana y a vos…
— Sí, esa misma mujer, que es consuegra de Miguel Rohrer, es la misma que dice, por Valentina y por mí: “Sus hijos algo raro tienen porque nunca pidieron justicia”. ¿Y qué es pedir justicia por una persona? Porque vivimos en una sociedad que tiene sus instituciones y que deben cumplir con ciertas funciones. Pedir justicia es pedir la verdad, es cierto, ¿pero quién tiene las herramientas para buscar esa verdad? Nosotros desde 2006 llevamos una y mil veces nuestras sospechas a la Justicia. Y encima en esos 15 años, más de la mitad estuvimos del lado de los imputados, o sea, de los que se tienen que defender. Fuimos querellantes, pero apenas empezamos a ser querellantes me imputaron a mí, que estuve casi seis años, y lo imputaron a mi viejo, que lleva seis.
— ¿Aun en el tiempo que fueron querellantes sentiste que nunca investigaron otra hipótesis?
— Como querellantes estuvimos casi tres años y doce, como imputados. Es difícil pedir justicia cuando es la misma Justicia la que te está persiguiendo, ¿no? De los fiscales estoy hablando. Son quienes ejercen el poder investigativo. ¿Entonces qué esperaba esa mujer? ¿Qué nos encadenáramos en los tribunales como imputados? Después de haber sido avasallados mediáticamente, mi mamá, mi hermana, mi padre. Después de haberse bancado toda la construcción de una monstruosidad de lo que supuestamente éramos como familia .Cómo podemos recurrir, o sea, pedir verdad. Hay dos vías: la Justicia o los medios, los dos estuvieron en contra nuestro desde un comienzo. Ojalá nunca les pase. Más allá que no existe una receta para enfrentar este tipo de situaciones.
Hace casi 15 años, cuando fue imputado, Facundo vivió su propio vía crucis. Era seguido por más de cincuenta periodistas cada vez que debía ir a Tribunales. No podía salir a la calle porque en la puerta de su casa se apostaban hasta 15 móviles. Una vez le hicieron una cámara oculta cuando él respondió con gentileza a una periodista. Tuvo que ver cómo otra periodista vendió a un medio la autops
ia de su madre y cómo otros dos periodistas la mostraban y opinaban sobre las imágenes. Vio cómo decían que su madre había muerto en un juego sexual y que se vendían remeras con la leyenda “Yo no estuve con Norita”.
El fiscal Javier Di Santo pidió su detención. Consideró que Facundo había violado y estrangulado a su madre. “Lazos de sangre y de muerte”, tituló una revista, con una foto de Facundo, haciendo referencia al lazo de la bata con la que fue ahorcada Nora. Se dijo que su homosexualidad (él aun no había salido del closet) tuvo que ver con el móvil del crimen porque su madre no la aceptaba. Se lo sometió a un ADN, a pruebas psicológicas y psiquiátricas. Una autopsia psicológica, sin fundamento científico, dictamino que tenía complejo de Edipo y que era siniestro.
En su momento, cubrí el caso para otro medio y me sentí parte de esa jauría desesperada de periodistas que buscábamos a Facundo. Me sentí culpable porque fui uno de los que escribió inexactitudes sobre un joven de 18 años que había sido estigmatizado al extremo.
Por entonces, en 2007, decidí enviarle una carta a Facundo para pedirle perdón. Sentí esa necesidad. Y supe medir el daño que se puede causar con una nota.
Al mismo tiempo le di la autorización a su abogado, Marcelo Brito, para que leyera la carta.
Tiempo después, Facundo me envió una carta desde París, donde trabajaba como diplomático.
“Más allá de destruir mi juventud, lo que hizo el fiscal Di Santo y el aparato judicial que lo respaldó fue intentar matarme socialmente. No les alcanzó con dejar impune el crimen de mi madre, quisieron matar a su hijo no solo por facilismo en resolver la causa sino por una marcada y explícita homofobia institucionalizada. Nunca les escuché pedir disculpas, ni creo que les interese hacerlo”.
— Cámaras ocultas, persecuciones, notas erróneas que causaron dolor, las imágenes de la autopsia a tu madre, su intimidad, la de la familia. Después de 15 años, ¿alguien te pidió perdón?
— Sólo vos. Algunos periodistas locales, muy pocos, hicieron un mea culpa sobre algún grado de violencia simbólica o violencia de género que pudieron haber cometido sobre mi mamá. Algún grado, pero muy por arriba. Ahora la familia contribuyó a esa violencia simbólica dijeron, no explican cómo, pero dijeron eso. Siempre el rol de victimarios. Y de la Justicia nadie me dijo nunca nada.
— ¿Cómo hiciste para superar todo ese calvario de haber quedado a un paso de la cárcel pese a ser inocente?
— Se metieron con mi vida privada, con mi sexualidad, como si eso fuera el causante de todo. A lo que me agarré fue obviamente a los valores de mi mamá y de mi papá. Creo que eso me permitió seguir adelante, estaba muy bien acompañado en ese momento. Me cuidaron me protegieron mucho mi abuela Nené, mi abuela Rita, fueron las madres que no tenía en ese momento. Lo mismo mis tías. Ese rol materno fue cubierto. Mis amigos de la facultad, mi novio en ese momento. Mucha gente se puso en mi lugar y me acompañó muy bien y me hizo salir adelante. Hubo una cámara oculta en la facultad, una tapa en revista Noticias que hablaba de lazos de amor y de sangre, algo así jugando con ese morbo de siempre. Fue terrorífico y en eso yo al comienzo, antes de que me imputaran, tenía esa misma ingenuidad que tuvo mi viejo al comienzo del proceso judicial con el asesoramiento del letrado, con Daniel Lacase, en esa fatídica conferencia de prensa que se dio al principio.
Facundo habla y cada tanto mira hacia la calle, cuando pasa un auto o una persona. Es uno de los traumas que le quedó de aquellos días. No poder ir a un café o tener que salir con una gorrita y lentes para no ser reconocido. Ahora asiste al juicio y se siente un poco más libre que antes.
— Cuando me hicieron la cámara oculta, la verdad es que hasta contesté con esa ingenuidad, yo dije: “Mirá, son los medios que andan diciendo esto pero en realidad la Justicia está trabajando para encontrar al asesino de mi mamá”. Y esa cámara oculta fue una chantajeada, porque sin tener ningún marco televisivo, si ser consciente de que me estaban filmando, con toda esa ingenuidad y adolescencia de un pibe de 19 años, a mi me crucificaron. En ese momento yo pensaba que cuando el fiscal Di Santo estaba llamando a prestar declaración testimonial a mis amigos, él en realidad lo que estaba haciendo era defenderme frente a una hipótesis planteada por el abogado de Zárate en ese momento: que el asesino estaba en el círculo íntimo. Pero en realidad estaba buscando presionarlos para buscar pruebas en mi contra.
— Y quedaste como el monstruo de la historia…
— Me sacaron de los pelos del closet. Si es que vivía en un closet. Era mi vida privada pero me agarraron de los pelos y me tiraron en medio del circo. Y hubo una nota que publicó Página12 en su momento que se titula “El violento abrazo de los medios”, y habla justamente cómo a partir de la narración muchos medios de comunicación, referentes a nivel nacional de distintos sectores empezaron a construir un monstruo en torno a mí para marcar una diferencia respecto de lo normal. Nunca una nota o una investigación periodística respecto de mi imputación dejó de mencionar que yo era gay y que eso tenía una relación con el crimen. Fue el prejuicio en base al que me imputaron, que eso está claro. Pero nunca pusieron en práctica la supuesta apertura mental que en esa época ya se empezaba a evidenciar. El artículo de Pagina12 hablaba justamente de la construcción de la monstruosidad, para advertir a la sociedad que o uno es normal o es un monstruo. Entonces si yo era ese monstruo y todos llevan su miedo a ese monstruo, es decir el miedo también a ser uno mismo. Y no hablo sólo de la sexualidad sino de asumir lo que son en esencia, debído a todos los mandatos que se imponen como norma. Esto es una clara advertencia que si te corres un poco de la normalidad, esto te puede pasar. Con el “perejil” del caso, Gastón Zárate, aprovechándose de su vulnerabilidad, lo detuvieron basándose en métodos lombrosianos.
-¿Fue un alivio en su momento irte de Río Cuarto?
-Creo que como cualquier persona yo siempre tuve sueños. Siempre fui una persona intelectual, abierta a la lectura, más introspectiva en cierta manera y bueno nadie es profeta en su propia tierra. Quería irme de Río Cuarto, no por tener nada particular en contra de mi ciudad porque hay gente muy buena. Pero siempre quise volar, dedicarme a lo internacional, algo muy motivado por mi mamá también y por mi viejo. Y fue siempre lo que quise hacer. Ser diplomático. Entonces me agarré de ese sueño, me agarré a tierra firme en medio de la deriva, por así decirlo en términos metafóricos. Y fue lo que me propuse y seguí adelante. Tuve para mí la mejor psicóloga de de mi vida. O sea no podía pasarme todo esto sin que yo al menos, creciera frente a toda la adversidad. El concepto de resiliencia, salir adelante a pesar de tanta adversidad. Y seguí estudiando Derecho. En la facultad me cuidaron mucho los profesores que tuve, los alumnos -en especial mis compañeros amigos- y gané tierra firme.
-Es como si el crimen y todo lo que se les vino encima fuera una identidad paralela que los determina. Como si no pudieran recuperar la identidad que tenían antes del asesinato.
-La imagen mediática que hoy hay de mi viejo ojalá se empiece a resquebrajar porque en un juicio hoy en día todo es público y fue lo que construyó la prensa en esa elaboración de la posverdad.
Yéndome un poco de mi imputación y lo personal y demás me gustaría repasar un concepto respecto de lo mediático. Existe lo que yo llamo tiranía mediática y existe la irresponsabilidad mediática. Hoy en día en el juicio, se constituyó días antes del juicio, una tiranía mediática por parte de un puñado de periodistas de Río Cuarto comandado por alguien que escrib
e contra nosotros desde su odio y su resentimiento injustificado. Un periodista que empezó a hablar desde la esquina de mi casa para un programa y dijo que ya tenía confirmados tres amantes de mi mamá. Eso no es todo. Fue capaz de hablar que hubo incesto entre mi hermana y mi papá. Además se burló de mi sexualidad y se sigue burlando constantemente de nuestro sufrimiento. El cree que esta nota por ejemplo es paga por nosotros, llegó a criticar al medio para el que escribís porque publicaste mi carta y tiene toda su teoría conspirativa.
-¿Por qué crees que surgió esa enemistad?
-Jamás tuvimos nada en contra de él y su ensañamiento creo que tiene que ver con su negocio, como quedó demostrado en la causa judicial. Ni hablar de su ego y falta de sensibilidad. El juicio que le hizo la familia tiene tres instancias. Es por avasallar los derechos de menores, específicamente el de la intimidad, que no dudó en romper y que encima en su hipocresía, se considera un referente de los derechos humanos. Este hombre se autodenomina el único condenado del caso. La única victima. Creo que hasta lo hace con perversión y odio. Este periodista y sus secuaces constituyeron estos días lo que yo denomino una tiranía mediática en torno a mi viejo. Y hoy en día a través del diario local, que los contrató especialmente para hacer esta cobertura, no hacen más que rescatar lo que supuestamente podría perjudicar a mi viejo, que en realidad fue una construcción, y quitar de lo que sucede en la audiencia, todo lo muchísimo que a él lo beneficia. Es decir, en un juicio donde del lado judicial se debe preservar la imparcialidad, del lado mediático, por razones de ética periodística, se debería al menos preservar la objetividad. Que no es lo que hacen estos dos periodistas contratados por el diario local que están enemistados con mi viejo y con mi familia. Uno de ellos cuando me imputaron no dejó de ahondar en un supuesto Edipo mío y en cómo se burlaban mis compañeros en la escuela por ser gay. Un tipo al que mis viejos le ayudaron a irse en un intercambio de Rotary a México, lo que revela el tipo de persona que es. Reprochable es poco. Ni que hablar la influencia que debe tener Bertea y su grupo político en ese diario, que encima es el medio gráfico más leído de acá. Dicen que hay indicios y que ya con eso se puede condenar, como si eso no fuera una aberración jurídica que potencialmente pone en riesgo a todos los ciudadanos. Dicen también que no se habla de mi mamá. Claro que se habla, todo el tiempo se habla de mamá en el juicio y no por hablar de mamá se la está revictimizando. Al contrario: se busca saber la verdad.
-Por lo que decís, insinuás que al resto del país, del juicio llega información sesgada…
-Exacto. Lo de las desavenencias matrimoniales que habló supuestamente Paca, la empleada de mi abuela, ella misma dijo en su declaración de 2018 que ella nunca había dicho que mi mamá le había comentado a mi abuelo que mi mamá se quería divorciar. Ella dijo que eso pasó hace muchísimos años, cuando mi mamá recién empezaba a trabajar, en 2000, seis años antes de ser asesinada. Además no dijo que se quería divorciar. Era un enojo de mi mamá que había dicho que le pagaban muy poco en la empresa y mi viejo le había dicho que no trabajara si le pagaban tan poco y después lo resolvió. Pero claro, al insistirle mi viejo que no trabajara, si era tanto sacrificio, mi mamá con su carácter tan locuaz y tan impulsivo que tenía dijo: “Este me va a terminar haciendo que me separe si sigue insistiendo con que no trabaje”. Porque mi mamá trabajaba como una cuestión familiar también, no sólo por la plata, pero bueno eran horas de trabajo y tenía sus gustos y al principio no le pagaban bien y después si, tuvo su sueldo como empleada en la empresa. Tomaron un testimonio del 2018 que expresamente desmiente la testigo y los medios por su irresponsabilidad mediática. Me parece que nada es casual. Cuando la gente consume los medios, generalmente consume el morbo que nos perjudica, no cuando sufrimos y expresamos ese sufrimiento.
-Los fiscales fueron por el linaje Macarrón a partir del ADN hallado. Te imputaron a vos y tiempo después a tu padre. Sólo faltó tu abuelo.
-Yo creo que se salvó porque esa noche estaba durmiendo con su mujer y estaba mi tía Silvia, que se quedó a dormir con su hija. Mi tía Silvia fue una de las últimas personas que vio a mi mamá en vida, en una muestra de arte.
-¿Crees que si él no tenía una coartada lo podían haber investigado?
-Es probable. Pero hubiera sido más llamativo aún porque mi mamá y El Cholo, como le dicen, tenían una relación muy especial porque eran personas muy parecidas en el sentido de que tanto mi mamá como a él le gustaba estar solos, disfrutaban la soledad por más sociables que fueran y tenían una pasión en común que era la jardinería. Todo este jardín es obra de ella y yo creo que es lo que a mi viejo lo ata a seguir en la casa, más allá de que tiene la casa puesta como caución de su libertad, pero es muy difícil desprenderse de la obra de mi mamá que es la jardinería, aspecto que tenían tan en común con mi abuelo Félix, El Cholo. Digo son ese tipo de personas que las dos canalizaban a través de la jardinería todo el cuidado que tenían con respecto a la vida. Fue parte de su crear y cuidar.
-¿Tu mamá que pensaba de los medios?
-Voy a contar una anécdota que nadie sabe. En enero de 2006 viajamos con una familia amiga a Villa La Angostura, paramos en unas cabañas y conocimos a otra familia de Pilar, del Country Carmel, que eran vecinos de Carlos Carrascos y de María Marta García Belsunce. Nos dijeron que Carrascosa no tenía nada que ver, que era una gran persona. Que era un invento de los medios y de un fiscal. Mi mamá dijo: “Fijate vos de lo que son capaces los medios de tergiversar tanto la realidad”.
-Casi fue un presagio funesto.
-Si, salvando las distancias de este caso con el de Belsunce. Se habla de problemas matrimoniales. Es una abstracción amplia para que cualquier cuestión que surja en el juicio pueda ser interpretada como desavenencia matrimonial. Porque va uno y dice “si, claro yo un día escuché que discutieron” y ya está, encaja perfecto. De hecho mi papá declaró: obvio que teníamos discusiones con mi mujer, pero ¿quién no las tiene? Es parte de la construcción de la vida en pareja. Sería poco sano que no hubiesen discusiones. Lo más increíble de todo es cómo esto recayó sobre una familia que hubiéramos tenido cualquier otra cuestión que nos involucrara como violencia doméstica, un mínimo intento de divorcio, que no hubo, cualquier cuestión hubiera sido. Hay familias que tienen cosas realmente graves y jamás se llegó a un crimen.
-¿Es verdad que tu padre quiso ir a juicio?
Yo no sé como mi viejo sigue bancándose todo esto y la decisión de ir a juicio. Que la tomó él junto al doctor Marcelo Brito. El dijo “basta, ¿hasta dónde puede llegar esto? Ahí le dio mucho miedo el tema de la prescripción y dijo que se siga investigando y que se sepa la verdad. Durante todos estos años hemos sobrevivido de la manera en que pudimos, con nuestras crisis, con un montón de bemoles, pero sobre todo sabiendo que durante todos estos años se nos ha negado la verdad. Nunca se quiso saber la verdad de parte de la Justicia y de parte de los medios, siempre se buscó ensuciar a la familia. Y que se niegue la verdad es lago que duele toda la vida y a nosotros esto nos va a doler toda la vida. Porque fue deliberado, el sinnúmero de hipótesis, lo mal investigado, la intencionalidad de embarrar cada vez más la investigación, de cerrarlo sin la intencionalidad de saber si alguien era verdaderamente culpable o inocente.
-¿Se te pasa por la cabeza que tu padre pueda ser condenado?
-No hay pruebas. Pero temo que esto sea aun más disparatado y eso pueda ocurrir. Que sea condenado. Es algo que le
tengo mucho miedo. Ahí sería quedar huérfano, una condena a mi padre sería matarlo en vida siendo inocente. Y ahí tanto Valentina como yo quedaríamos huérfanos, de padre y madre. Por dos injusticias, un crimen y una mala praxis judicial.
-De algún modo, tu hermana fue imputada simbólicamente.
-Si, lo fue…
Cuando Facundo tenía 8 años, su madre le regaló una novela histórica sobre egiptología. Nunca pensó que su hijo la iba a leer en tan poco tiempo. Su madre le solía regalar libros. Ese acto fue casi un hecho premonitorio porque años después Facundo fue diplomático en Egipto.
-El libro que más afecto le tengo es al primero que me regaló mi mamá. El inconsciente tiene sus caminos también, yo creo que si bien el hecho de ir destinado a Egipto fue algo casual, algo que se dio porque justo se abrió la vacante y me presenté como cualquier otra persona y quedé en el cargo dentro del concurso público, por algo quizás esperé lo suficiente como para que saliera ese destino y por algo fui a trabajar allá. Para ponerme en contacto con ese mundo que me emocionaba desde chico, el mundo antiguo. A mi hay tres cicilizaciones que me fascinan que son la egipcia, la griega y la romana. Pero la que más me fascina es la egipcia.
-¿Y cuando tu mamá te regaló eso sabía que te apasionaba?
-No, en realidad mi mamá cumplía años el 17 de enero. Estábamos en la playa y le regalan ese libro. Mi mamá si bien no leía ese tipo de libros, le gustaba leer. Y el libro me fascinó no sólo por los juegos de poder que había entre el Alto y el Bajo Egipto (las tribus Libias buscaban erradicar de la tierra una civilización ya por entonces milenaria), sino también por los valores que existían en la humanidad. Era un libro que reflejaba muchísimo el factor humano que cuando tuve la oportunidad de viajar a Egipto, la sociedad egipcia seguía igual, fuertemente religiosa, nunca ví una sociedad tan religiosa en mi vida. No sólo desde lo islámico sino también desde lo cristiano. Pero también desde la humanidad y el concepto que ellos tienen de la cercanía hacia el otro, de empatía, del valor de la familia que a mi me han inculcado desde chico tiene más que ver con ese tipo de civilizaciones mediterráneas que con otras que buscamos emular a veces, como la anglosajona y demás. El egipcio es un poco abstracto e idealista en su forma de concebir el mundo. En la mitología griega los dioses eran como nosotros, cometían los mismos errores. Cosas que la mitología egipcia si bien hay cierta batalla entre los dioses nunca se rebajan a estar con los mortales. Lo griego es más occidental en el sentido que es mucho más real y se mezcla lo que es las ideas con la práctica que es lo que no pasa en Egipto. Y en Egipto hay hoy en día esa cuestión de desprender lo celestial de lo terrenal. Hasta el día de hoy son dos mundo totalmente distintos. La cuestión es que mi mamá me regala este libro a los 8 años y yo estaba muy aburrido en la playa, me sentía sapo de otro pozo en ese ambiente donde hay que salir a jugar, estar en grupo. Uno se encuentra más consigo mismo si está en la montaña por ejemplo. Y bueno me dio el libro y me lo devoré y ahí me empezó a regalar libros de egiptología. Tenía dos pasiones recuerdo, el antiguo Egipto y también lo que había pasado con el Titanic. Viste esas cosas que te agarran de chico. Me acuerdo que mi abuela Nené me llevó a la muestra del Titanic allá en Buenos Aires, quizá la película también me motivó pero viste era la típica producción hollywoodense. Y yo creo que esa raigambre que forjé hacia lo intelectual fue motivado más que nada por mi mamá, que no era precisamente intelectual. Y ahí empecé a ser un ávido lector y me refugié mucho en la lectura, en poner un freno y saber lo que estaba pasando. Yo me acuerdo que los primero años no podía salir a la calle sin gorra y sin anteojos, yo estuve los primeros dos años después de la imputación porque tenía pánico. Me perdí la música de moda, no sé que se escuchaba en los boliches, me quisieron preso por ser gay de algún modo, pero me terminaron poniendo preso socialmente.
-Ayer cuándo hablábamos me decías que suerte tenía yo de poder entrar en un local y tomarme un café. ¿Por qué no lo podés hacer?
-La gente de Río Cuarto es muy buena gente, a mí me cuesta ser reconocido y por una tragedia. Es muy difícil empatizar con una situación así. Por más que recibí apoyo tanto en Córdoba como acá, me cuesta no pasar desapercibido, tengo el trauma de no poder sentarme en uno de los cafés y caminar por las veredas que tan alegremente caminaba mi mamá, con lo querida que era. Me imagino yendo yo a caminar y que me miren con lástima. El daño irreparable y no saber nunca la verdad. Porque si hoy en día el asesino estuviera condenado yo podría empezar a reconstruir y volver a Río Cuarto y haber terminado de cerrar algo, pero hasta ahora sigue siendo una constante supervivencia. Es como estar en una Guerra Mundial huyendo de las bombas constantemente. Yo me crie acá y siempre busqué tener más relación con la gente del centro como se dice o con varios amigos que hoy perdí contacto pero gente muy trabajadora, muy orgullosa de lo suyo. Y es un entorno en el cual creció mi mamá y creció muy bien. Ella se casó a los 30, 31 años y era muy querida en esta ciudad. Trabajaba en un local de ropa y mucha gente la adoraba. Tenía más amigos hombre que mujeres. Eso te lo comenté alguna vez, porque sabía lo que algunas amigas terminaban haciendo. Más allá de que las verdaderas amigas de mi madre, salvando a Margarita no están en el proceso porque justamente no salieron a decir las barbaridades que estas supuestas amigas dijeron. Nos ha costado muchísimo reconstruirnos, hemos postergado proyectos que cualquier persona de a pie tiene, como casarse, mi hermana fue mamá hace poco, con todo lo que implica esa maternidad después de haber perdido a nuestra madre como lo hicimos. Imaginate lo que implica esa carga y hay una postergación de nuestra felicidad por culpa de esto que lamentablemente difícilmente se resuelva, respecto de quien mató a mi mamá. Pero al menos, el poder estar en paz.
-¿Qué recordás de tu mamá?
-Mi mamá nos educó de una manera muy libre y muy abierta y te cuento una anécdota: mi abuela tiene un campo en las sierras de Córdoba, una hectáreas, que vienen de mis bisabuelos de los años 30. Íbamos a pasar casi todas las vacaciones de verano y antes de llegar al capo mi mamá nos llevaba a lo de doña Juana, que era una mujer que hacía unos mates espectaculares, muy dulces, le ponía toneladas de azúcar. Y ella vivía en un rancho de adobe, pisos de tierra, siempre le llevaba una garrafa de gas y esas cosas que necesitaba. Ella era la madre de dos jinetes que domaban los caballos, la gran pasión en la vida de mamá eran los caballos, además de los hijos. Yo creo que mi mamá se relacionaba con los aspectos más nobles de la vida, era muy noble. Ella decía que el perro no es el mejor amigo del hombre, en realidad es el caballo. Hacía equitación hasta que se quebró, tuvo un accidente a los 17 años. También era profesora de danzas clásicas y no pudo seguir haciendo eso. Por eso a veces cuando hacía mucha humedad rengueaba. Lo que te decía de doña Juana era eso, nos quedábamos en esa pausa charlando, y ella siempre nos decía “de acá tienen que aprender ustedes, de esto, de la simpleza en la vida”. Si bien era un rancho había pobreza, una pobreza rural. Pero ella nos enseñó desde ese lugar. Siempre tuvo una necesidad de mostrarnos el mundo como era de verdad, no cómo era este barrio donde vivíamos, que teníamos todas las oportunidades. Y ese paso por la casa de doña Juana cada vez que íbamos la campo para ella era fundamental, quedarnos a tomar unos mates y charlar de la vida. Pensar que yo planeaba viajar a Río Cuarto el fin de semana que fue asesinada. Íbamos a comprar ropa. Pero me terminó diciendo que no. Siempre me pregunté po
r qué.
Mi mamá era una persona única en el mundo. Escuchábamos la canción de Elton John que habla de la esencia del amor y ella rescataba ese mensaje.
Facundo se emociona. A diferencia del comienzo, decide revelar el sueño con su madre. Ella viste de blanco. Sonríe. Baja de una montaña. Y llega para rescatarlos.