Había una parada que copar y vaya si lo hicieron los pibes de Central, en un momento complicado, ante un rival que, se sabía, alguna ayudita podía recibir, y, ante todo, después de lo que fue un juego cuesta arriba, actuando con uno menos desde los últimos finales del primer tiempo, con aquella expulsión de Tanlongo. Extraordinario esfuerzo de los chicos por los que otra vez apostó Tevez, con un abanderado de lujo como Facundo Buonanotte pero con el acompañamiento de tantos otros que no hicieron otra cosa que ponerle el pecho a la situación y detener esa caída que en cierta forma preocupaba. Un 3-1 de dientes apretados, con síntomas de recuperación, pero contundente e inobjetable.
La gran premisa era enderezar ese rumbo que parecía perdido y en el medio de eso Tevez otra vez hizo una apuesta fuerte por los pibes, solo que en esta ocasión la jugada le salió redonda, porque fue a costilla de ese enorme esfuerzo que hicieron los chicos para cerrar una tarde que de por sí iniciaba compleja y que ya en el primer tiempo se complicaba más todavía, después de ese gol del Chipi frías que amagó con acarrear algo de calma.
Central intentó jugarlo en todo momento y rápidamente se percibió esa ida. Fue por medio de esa búsqueda prolija que llegó el tanto de Frías, pero esa sonrisa que la vida dibujó en el rostro de Central en un minuto triste (como canta león Gieco) se la borró como si nada. Porque al toque Cerrudo falló y llegó el centro de Bandiera para la entrada solitaria de Colman, a espaldas de Juan Gabriel Rodríguez. Era volver a empezar para los chicos, en medio de lo que pudo resultar un mazazo. Y rápidamente la polémica de la tarde: la expulsión de Tanlongo y Central que pasó de la alegría plena a las dudas eternas.
Punto a favor del canalla que nunca se desesperó. Y Tevez ahí nomás dio otro indicio claro, porque en lugar de inclinarse por Mac Allister mandó a la cancha a Infantino. Y vaya paradoja, de ahí en más el canalla prácticamente no sufrió más en el partido. Porque los pibes se acomodaron y entendieron que además de jugar debían mostrar algo de compromiso.
La conjunción fue perfecta. Es que no todo fue meter, cortar, sino atreverse a jugar cuando la pelota estaba en posesión de Central. Buonanotte, que había empezado a marcar la diferencia desde el primer tiempo tomó la lanza y se disfrazó de conductor, para crear, conducir y facilitarles las cosas a sus compañeros.
El Chipi Frías avisó con un cabezazo en el amanecer de un complemento que con el correr de los minutos fue todo de Central. Porque Blanco siempre siguió trepando con criterio, porque el medio colaboraba y porque los del fondo nunca perdieron la compostura.
El premio al canalla le llegó en el minuto 23’ cuando Blanco vio la posición inmejorable en la que estaba Veliz y se la puso al pie, para que el 9 que había perdido el puesto sólo tuviera que empujarla. Era justicia.
Pero Central quiso ir por más y de la mano de Buonanotte fue haciendo simple lo que parecía difícil. El pibe tuvo una media vuelta a los 30’ (le entró débil) y cinco minutos después metió una corrida excepcional, se sacó dos hombres de encima y la pinchó. La pelota se le fue por poquito apenas en lo que hubiera sido el gol de la fecha, e incluso del campeonato.
Tevez ya había empezado a mover el banco para oxigenar y para renovar energías y el equipo no se descompuso. Todo lo contrario, ganó en orden, entrega y agresividad.
Y mientras Barracas luchaba contra sus propias limitaciones, el canalla seguía intentando. Así llegó esa otra genialidad de Buonanotte, la asistencia a Infantino y la sentencia del partido.
A la previa compleja, a las incertidumbres de cómo responderían los pibes, a la ventaja y rápido empate y a la polémica expulsión, los pibes se parapetaron y coparon la parada. Los chicos construyeron un triunfo grande.
Fuente: La Capital