Con palomita de Enzo Pérez y golazo de Álvarez -erró un penal- el equipo de Gallardo le ganó 2-0 al de Gago y quedó a dos de la punta.
El paciente respondió a los estímulos de Gallardo, abrió los ojos, reaccionó y por fin recuperó la memoria. Es cierto que otra vez no pudo traducir en la red lo mucho que generó, una patología de la que no puede curarse, pero River mostró avances importantes en este proceso de rehabilitación tras el golpazo en la Libertadores.
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Supo suplir las bajas de peso con presión alta y ataques directos, monopolizó la posesión, borró al Aldosivi de Gago y se llevó tres puntos claves en varios aspectos: cortó la mala racha, recuperó la confianza y se prendió de lleno en la lucha por la LFP.
Sin De La Cruz ni Jorge Carrascal y consciente de que Palavecino, Simón y Enzo Fernández no aportaron soluciones como volantes internos, MG volvió a las fuentes: Rojas (regresó tras 39 días) al fondo para formar una última línea con Díaz y Martínez que no estará ante Sarmiento e Independiente, Zuculini-Enzo en la contención y que vuelen los laterales. Y vaya si Vigo y Casco encendieron las turbinas como esos aviones que despegan a metros del Monumental.
Alex está lejos de ser Montiel, pero mostró chispazos auspiciosos. Subió con convicción y su movimiento para confundir a Emanuel Insúa generó el espacio que necesitaba Julián para abrir el marcador. Y por la otra banda, el polifuncional Milton también fue determinante. Además de iniciar la jugada del 1-0, mandó el centro que terminó en la palomita de un activo Enzo Pérez, que fue el amor y señor del medio y se mostró suelto gracias al aporte de un recuperado Zuculini.
El que merece un párrafo aparte es Álvarez. Distinto dentro de la cancha y polifuncional en ataque, cuando está enchufado es capaz de sacar ese derechazo cruzado que derrotó a Devecchi y de tomarse un segundo más para abrir los ojos, pensar, y dejar solito a un Suárez que provocó la expulsión de Coloccini. Como contraposición, su deuda es la irregularidad, esa que lo lleva, por ejemplo, a patear con algo de displicencia un penal que a River le pudo costar carísimo.
En cualquier análisis, el resultado quedó corto. Armani sólo fue exigido al final, todo lo que peleó y luchó Romero no lo pudo justificar en el arco rival, Suárez pecó de exquisito y Devecchi tuvo sus méritos. Pero la solidez en todas líneas y la imagen positiva que dejó el equipo se da en un momento vital: de cara al éxodo de los convocados y los lesionados, Gallardo sólo deberá preocuparse por armar el mejor rompecabezas con las piezas que le queden a mano. Su River mostró los dientes ante el Tiburón y, aunque le faltó voracidad, dejó en claro que irá con todo por la Liga.