Además, Guilermo Sosa, también apodado “Chupa” y considerado uno de los jefes en el paravalanchas, fue acusado de integrar una asociación ilícita cuyo líder es Ariel “Guille” Cantero
Guillermo Manuel “Chupa” u “Ojitos” Sosa, un hombre de 41 años considerado jefe de la barra brava de Newell’s, fue acusado este lunes como “partícipe primario” en el crimen de otro viejo referente del paravalanchas rojinegro, Nelson “Chivo” Saravia, quien fue ejecutado frente a su familia en su casa de barrio Alvear en octubre de 2021.
Además, Ojitos fue imputado bajo sospecha de integrar una asociación ilícita cuyo móvil es el beneficio económico a partir de actividades violentas, una organización comandada por Ariel “Guille” Cantero y otros lugartenientes presos de la banda de Los Monos como Leandro “Pollo” Vinardi y Damián “Toro” Escobar, de acuerdo con la evidencia presentada por la Agencia de Criminalidad Organizada y Delitos Complejos del Ministerio Público de la Acusación (MPA).
“Chivo” Saravia, sucesor de Diego “Panadero” Ochoa luego de que este cayera preso en 2013 por los crímenes de Maximiliano “Quemadito” Rodríguez y el histórico Roberto “Pimpi” Caminos, fue un hombre de peso en la hinchada hasta 2016.
Minutos después de la medianoche del 23 de octubre de 2021, un Peugeot 308 blanco frenó frente al domicilio del “Chivo” en San Nicolás al 3700. Del auto bajaron al menos cuatro personas armadas que reventaron la puerta e ingresaron a la casa. Dentro, se encontraron con la esposa de Saravia, señala la imputación a Ojitos.
“Dónde está tu marido”, exclamaron. La mujer guardó silencio. Al Chivo lo encontraron en su dormitorio y lo mataron de varios disparos, uno de ellos en la cabeza, según la imputación.
El pelotón les perdonó la vida a los familiares, pero –según la Fiscalía– se llevó de la casa un celular Motorola One Vision que pertenecía a la esposa del Chivo, acaso creyendo que era el aparato que usaba el barrabrava. El rastreo del GPS de ese teléfono se convertiría en una de las principales evidencias contra Ojitos Sosa.
Ocurre que, según expusieron los fiscales, el aparato contaba con seguimiento satelital y la búsqueda, minutos después del crimen, marcó que el celular se encontraba en la casa de Ojitos, ubicada en Garibaldi al 3300, unas diez cuadras al sur de la casa del Chivo. Luego, alguien apagó el teléfono. Pero allegados al Chivo ya habían tomado capturas de pantalla con la geolocalización.
Según lo expuesto en la audiencia, esa misma noche se produjo un allanamiento en el domicilio de Ojitos, que se encontraba desocupado. De allí el personal policial secuestró un dispositivo de filmación DVR, celulares e impuestos a nombre de Ojitos Sosa.
Para el 27 de octubre, cuatro días después, Ojitos ya contaba con una orden de captura. “Por esos días dejó de ir a la cancha, pero su gente siguió ahí”, dijo un investigador a Rosario3.
El miércoles pasado, el dato llegó a la División Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal (AIC). Ojitos se aguantaba en Villa Gobernador Gálvez, donde, según una versión, regenteaba un bar ubicado en San Martín al 2800. Allí lo detuvieron dos agentes. Ojitos, que tenía una campera de Newell’s, no opuso resistencia.
Este lunes durante la acusación, los fiscales Luis Schiappa Pietra, Matías Edery y David Carizza expusieron evidencia para acreditar que Ojitos pertenece a una facción de la banda Los Monos que “se encarga de comandar uno de los grupos violentos que integran la barra brava de Newell’s Old Boys”.
Esta parcialidad, según la Fiscalía, está referenciada en el liderazgo de Pollo Vinardi, un recluso de profuso historial en la crónica policial, condenado por el homicidio de Sergio Pared en 2013.
Entre las actividades que le imputan a Ojitos se encuentran el regenteo entradas para ingresar al estadio, la administración de los cuidacoches los días de partidos y el dispendio de comidas y bebidas en los alrededores del estadio.
Además, los acusadores dijeron que Ojitos se encarga de organizar atentados contra las personas de organizaciones antagónicas en la zona norte de Rosario y en San Lorenzo. E indica los lugares a donde ir a efectuar los atentados. “O los ejecuta directamente”, indicaron.
También le atribuyeron “administrar parte del dinero de la organización comprando monedas extranjeras y realizando diversas inversiones”.
Más allá de este trasfondo narcocriminal, en la Fiscalía creen que el hecho que detonó la ejecución del Chivo Saravia fue el asesinato de una mujer llamada Ángela Susana Oviedo, víctima de una balacera en Centeno y Rodríguez el 22 de octubre. La mujer era cuñada de Ojitos, según lo expuesto por investigadores.
Los hechos atribuidos encuadran en el delito de miembro de asociación ilícita en carácter de autor y en grado de consumado y de homicidio calificado en carácter de partícipe primario en grado de consumado, calificación que fue aceptada por la jueza Paula Álvarez, que al cierre de la audiencia impuso a Ojitos el plazo de ley de prisión preventiva, es decir al menos dos años mientras sigue la investigación.