Alejo Veliz hizo delirar al Gigante en su regreso del sub-20. Convirtió el primero de Central en la goleada 4 a 1 sobre Instituto.
Frente a la pálida imagen de Banfield, un triunfo. Pero no uno más, sino uno por goleada, que tuvo paciencia, ratos de buen juego y un hambre de victoria increíble. Todo eso conjugó Central en el 4 a 1 sobre Instituto, haciendo todavía más fuerte esa localía que a esta altura ya es una marca registrada de este conjunto de Russo. Todos ingredientes de una noche perfecta que tuvo el canalla, de la que sus hinchas disfrutaron y en la que el equipo demostró que no está dispuesto a resignar ese protagonismo que desde el principio del torneo lo viene acompañando. Desde aquella mala noche en Banfield apareció la jugada de traer a Veliz rápido de San Juan y todo terminó con esta verdadero triunfazo que metió Central para seguir creyendo.
Central se tomó su tiempo de estudio del partido, porque la postura no fue de asfixia feroz como otras veces. Pero pese al ritmo cansino, de a poco comenzó a aparecer la superioridad canalla. Por izquierda parecía estar la llave, entre Malcorra y Campaz, pese a que la primera aproximación llegó por el otro sector, con un remate de Giaccone a las manos de Roffo. Y en la primera aceleración llegó la apertura, con Veliz como actor principal. Robo de Quintana en el medio, corrida de Malcorra, asistencia para Giaccone, toque del 22 y entrada limpia de Veliz para ponerla suave, lejos del alcance del arquero de Instituto.
Alejo Veliz abrió la cuenta ante Instituto en el Gigante.
Ya con eso era un arranque deseado, pero fue el punto de partida de un trámite que Central comenzó a manejar a su antojo y que solamente se vio alterado cuando Instituto hacía ancha la cancha, aprovechando los malos retrocesos de Giaccone por un lado y Campaz por el otro. Pero Broun tuvo una sola para esforzarse, un remate de Lodico que contuvo en dos tiempos.
Y Central fue siempre, acelerando cuando lo creía conveniente, pero generando unas cuantas situaciones como para que la ida a los vestuarios fuera por más de un gol. No lo logró porque Giaccone se excedió en la fuerza en el pase a Veliz, porque Veliz no impactó bien de cabeza tras el centro de Campaz, porque Roffo la tocó justo en el remate desde afuera de Mac Allister, porque Giaccone le dio apenas desviado de derecha, pero sobre todo por esos milímetros que Echenique y Brailovski vieron a Veliz por delante de Alarcón y Mosevic, en la jugada que había terminado con un tremendo golazo del 9.
Al propio Veliz no se le dio en el amanecer del complemento en ese cabezazo defectuoso primero y la pifia posterior (3’). Era otra actitud del segundo tiempo y lo demostró en los minutos posteriores, con transiciones rápidas y aceleraciones permanentes. En una de ellas llegó ese pelotazo preciso de Giaccone que Campaz transformó en un jugadón que terminó con un golazo que trajo mucha más tranquilidad de la que ya había.
Y para que la efervescencia no mermara apareció Giaccone para ponerle claridad a una jugada embarullada, con un potente remate de zurda, contra el palo. Fue la antesala de “…es el equipo de Miguel” que comenzó a bajar de las tribunas.
El toque de reparo lo puso ese penal que Cortez le cometió a Cuello y que Adrián Martínez cambió por gol, pero allí Central volvió a cambiar el rumbo, con mayor cautela, maña y concentración.
Hubo un mano a mano de Bianchi, otro remate de Campaz y el gol que pegó antes en los dos palos de Giaccone, para darle mejor marco a ese partido arrollador que Central había hecho ante Instituto. Un triunfo más en un Gigante donde volvió a hacer de las suyas, donde levantó la voz, se recuperó rápido y pegando cuatro gritos.
Fuente: La Capital