Tras la irregularidad exhibida en la primera mitad del año competitivo, Newell’s necesitaba dar un salto de calidad. Precisaba una señal de ratificación de rumbo para ganar confianza. Validar los dos triunfos de arranque con otro guiño coincidente. Debía convencer, hacia adentro y hacia afuera, de que aún con refuerzos de escaso peso específico y que llegaron con el certamen andando igual puede animarse a estar para más. De que puede ir por recompensas más importantes en esta Copa de la Liga, cuyo formato particular (con menos partidos que la liga anterior) no ofrece tiempos, licencias, ni márgenes de maniobra para superar traumas o tropiezas. Además, de acá hasta fin de año solo le queda esta única competencia, no tiene otros flancos abiertos que dispersen su radar. Por eso, el 1-1 con Belgrano en el estado Julio César Villagra, con goles de Ulises Sánchez para el pirata y de Juani Sforza para los rojinegros, lo dejó en una estación que todavía se muestra lejana a sus propósitos de protagonismo. Igual, este resultado lo mantiene en el lote de arriba de la zona 2, al menos en forma momentánea, y le sirve para continuar mejorando con la tabla de posiciones otorgando guiños de complicidad. Otra vez, esta versión de Newell’s que todavía sigue moldeando el Gringo Heinze, exhibió que aún se encuentra empantanado en zona de búsquedas y de intentos frágiles.
En el comienzo, el pibe Aguirre amenazaba con ser profundo por izquierda. Balzi trataba de ubicarse por derecha y Gómez intentaba dar sus batallas por el otro lado, pero le costó hacer pie en esa franja. El inicio fue muy de estudio, muy de lecturas cruzadas, pero ninguno de los dos terminaba jugadas. En ese tramo, todo se diluía antes. Hasta los 11’, que el conjunto de Heinze lastimó con una contra de Sordo, que Méndez tardó en rematar. Newell’s no estaba claro, pero hasta ahí parecía un poco más.
Cuando Newell’s conseguía la posesión, se adueñaba de las propuestas pero, sin final de movimientos y sin sorpresa, no aparecieron los que tenían que aportar ideas en la zona de gestación. En los primeros 45’ fallaron los que tenían que crear, y la lepra solo llegaba con los extremos.
Atrás, Ortiz no transmitía seguridad con esas salidas siempre en la cornisa de los riesgos. En ese escenario de errores compartidos apareció, a los 31’, el pibe Balzi, quien estrelló un zurdazo en el caño izquierdo tras centro de Martino. Pudo ser la apertura del marcador.
A los 33’, el juez Echenique anuló por posición adelantada un cabezazo de Rébola tras un tiro libre. Eso encendió luces de alerta que no fueron tomadas en cuenta por la lepra. A los 37’, un error de Ortiz, de esos que regala siempre, derivó en una entrada por izquierda de Marín y el toque letal de Ulises Sánchez que decretó el primero del pirata.
A los 42’, Aguirre se metió en el área, tuvo tiempo y espacio para llegar al empate pero se quedó sin ideas y se le bajó la persiana en el área chica. Fue otra clara de la lepra. De esa manera, la diferencia en el marcador en el entretiempo lucía injusta. Newell’s mereció algo más, pero los errores y las dubitaciones en el fondo conspiraron contra su suerte.
En el complementó entró Mansilla por Ortiz, y esa movida arrojó un poco más de garantías en la última línea. Newell’s se plantó siempre expuesto atrás y decidió jugar así. Por contrapartida, adelante, los extremos eran las únicas banderas de los intentos rojinegros. La usina colectiva de creación seguía sin aparecer.
A los 17’, Velázquez con un cabezazo al menos llevó algo de inquietud a la resistencia rival. Y a los 23’ llegó lo que estaba buscando la visita con tanta decisión. Sin claridad, pero con determinación. Tras un córner desde la izquierda, apareció el ingreso de Schor por detrás de todos para meterla de nuevo al área y Sforza irrumpió por sorpresa para establecer la igualdad que merecía y que fue muy festejada en el banco rojinegro.
Desde allí hasta el final, Newell’s esbozaba algo más, siempre vía Aguirre o Sordo, que estuvo cerca varias veces pero siempre las terminó mal. Los cambios tardíos de Farré ayudaron a ese buen momento de la lepra.
A los 37’, Sordo se perdió una chance inigualable, entrando solo por izquierda, pero disparó desviado. En ese marco, ya con el cierre del duelo sobre las espaldas, Hoyos desactivó un centro envenenado de Barinaga y los dos su fueron encariñando con el reparto de unidades.
Fue premio y castigo para ambos. La lepra, de haber estado más seguro atrás y más preciso adelante, se podría haber llevado a Rosario un premio todavía mayor. Queda claro que tiene que seguir ajustando clavijas para darle más sustento a sus objetivos y más vuelo a su funcionamiento.
Fuente: La Capital