En otoño, la piel también siente el cambio. Las temperaturas más bajas, el viento y la menor humedad ambiental pueden provocar sequedad, sensibilidad y tirantez. Por eso, adaptar la rutina de cuidado facial es clave para mantenerla saludable y luminosa.
1. Limpieza suave
Durante esta época, conviene elegir limpiadores que no resequen. Lo ideal son texturas cremosas o en aceite, que limpian sin alterar la barrera del cutis.
2. Más hidratación, menos exfoliación
La piel suele perder más agua con el frío, por lo que incorporar un buen hidratante (en gel o crema, según el tipo de cutis) es fundamental. También se puede sumar un serum con ácido hialurónico. En cuanto a la exfoliación, se recomienda espaciarla y optar por fórmulas suaves.
3. No abandonar el protector solar
Aunque el sol no se sienta tan fuerte como en verano, los rayos UV siguen presentes. El protector solar debe seguir siendo parte de la rutina diaria.
4. Labios y contorno de ojos, protagonistas
Son zonas que sufren mucho con el frío. Un bálsamo labial nutritivo y una crema específica para ojos ayudan a prevenir grietas y resequedad.
5. Bonus: incorporar aceites o mascarillas
Los aceites faciales son un gran aliado para sellar la hidratación. También se puede usar una mascarilla hidratante una o dos veces por semana para darle un plus de mimo a la piel.
El cambio de estación es una buena oportunidad para revisar los productos que estás usando y adaptarlos a las nuevas necesidades. Con pequeños ajustes, tu piel puede atravesar el otoño radiante.