Lo dijo el comisario retirado Gustavo Pereyra, quien atacó a sus ex superiores de la disuelta Secretaría de Delitos Complejos por no investigar los mails que él les enviaba
Gustavo “Gula” Pereyra fue sobreseído en el juicio a Los Monos y ahora declaró en el proceso a Esteban Alvarado.
Cuatro años después de su testimonio en el juicio contra la banda de Los Monos, Gustavo Daniel “Gula” Pereyra declaró en el debate oral contra Esteban Lindor Alvarado y otros seis integrantes del clan rival al grupo surgido en el barrio La Granada. En diciembre de 2017 el ex comisario inspector había declarado como imputado de pertenecer a la asociación ilícita de zona sur acusado de facilitarle información sobre procedimientos. Pero fue absuelto y tras ello querelló por falso testimonio a quienes eran sus jefes: la ex secretaria de Delitos Complejos Ana Viglione; y el ex subsecretario Andrés Ferrato. Ayer volvió a exponer, esta vez como testigo. Y en una suerte de remake de tono más sosegado repasó los mails sobre actividades narcos que enviaba a sus superiores en la disuelta Secretaría de Delitos Complejos de la provincia.
Cuando la investigación provincial a Los Monos estaba en curso en 2013, sobre Pereyra recayó la acusación de que transmitía información a la banda mientras cumplía funciones en la Secretaría de Delitos Complejos. Gula fue entonces imputado por el ex juez de Instrucción Juan Carlos Vienna de pertenecer a la asociación ilícita y sus jefes, Ana Viglione (hoy asesora en seguridad del bloque socialista en la Cámara de Diputados provincial) y Andrés Ferrato (docente en el Instituto de Seguridad Pública), negaron al declarar que el comisario llevara adelante investigaciones sobre narcotráfico.
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Sin embargo Pereyra aseguró siempre que le habían asignado tareas, algo que constaba en una serie de mails enviados a sus jefes entre diciembre de 2012 y agosto de 2013. En esas comunicaciones Gula informaba sobre el funcionamiento de distintos búnkers y movimientos vinculados al comercio de droga en Rosario. Los mails les valieron a los ex jefes de Gula un procesamiento por falso testimonio en una causa en la que Pereyra se presentó como querellante y que en mayo de 2021 fue enviada a juicio oral.
“El gobierno tenía dos líneas: una que quería recaudar del narco y otra que no”, había dicho Gula al declarar en el juicio a Los Monos que terminó con 19 personas condenadas (nueve de ellas integrantes de fuerzas de seguridad) y seis absueltos, Pereyra entre ellos. Entonces mencionó la sociedad entre Alvarado y el asesinado Luis Medina como una de las más importantes de Rosario.
Un tándem que hasta ese momento había gozado de cierto anonimato pero del que en ese juicio comenzó a hablarse. Pereyra dijo que los integrantes de la disuelta Brigada Operativa de Judiciales (BOJ) que persiguió y apresó a Los Monos y lo acusó a él “estaban recaudando y los querían poner a Alvarado y a Medina para que manejaran todo”. Eso motivó su citación al actual juicio contra Alvarado y otros seis acusados de integrar un emporio criminal que comenzó hace un mes.
La declaración de Gula fue una suerte de reiteración de sus dichos en el juicio a Los Monos, con el agregado de detalles y en un tono más sereno. Este policía atípico, proveniente de una familia con buen pasar económico, egresado del colegio Cristo Rey y que a su primer día de trabajo en el Comando Radioeléctrico llegó en un auto cero kilómetro, volvió a fustigar a los efectivos del BOJ y dijo que fue castigado por denunciar actos de corrupción.
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“Me retiré con jerarquía de comisario inspector y estando en disponibilidad porque nunca se me permitió reintegrar al servicio”, reveló el policía ya jubilado ante las preguntas de los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery. Al hacer un repaso de su carrera dijo que fue jefe de Seguridad Rural y que, tras ascender a comisario inspector, en 2011 asumió como superior de servicio en la Agrupación Cuerpos de la Unidad Regional II. “Ahí empezó mi desgracia policial”, expresó.
Contó que en un procedimiento del 22 de septiembre de aquel año en barrio Tablada por un enfrentamiento entre bandas se encontró con “siete u ocho patrulleros” de distintas dependencias mientras un empleado policial estaba solo dentro de un pasillo. “Está buscando la plata de los búnkers. Es para arriba mío. Yo no me puedo meter”, le dijo un oficial a Gula. Pereyra le pidió a su jefe que retiraran a ese efectivo _“no puede estar uniformado y mucho menos en la calle”, le dijo_ pero eso no ocurrió.
También relató otro incidente en el barrio 7 de Septiembre, donde apresaron a un motociclista que resultó herido en una persecución. Si bien en un primer momento un policía dijo que se trataba de un narco luego asesinado, Roberto del Valle “Tuerto Boli” Padilla, resultó ser Gustavo “Aguja” Cárdenas. Dijo que este detenido ofreció de 10 mil a 30 mil pesos a cambio de su liberación pero él dispuso que quedara internado con custodia.
Tras esos episodios lo asignaron al operativo de seguridad de la Fiesta de Colectividades, algo que Pereyra interpretó como un desplazamiento. “Cuando asume (el comisario) Cristian Sola en la provincia me dejan sin servicio porque en una supuesta lista estaba yo”, dijo; y recordó que por ese motivo le reprochó a su jefe: “Es porque yo molesto cuando estoy en al calle. Molesto porque no dejo que se haga delivery”.
Luego de un cambio de destino estuvo en la Unidad Regional de Cañada de Gómez hasta comienzos de 2012, cuando Ana Viglione lo convocó a la Secretaría de Delitos Complejos. “Había que investigar bandas narcocriminales integradas por policías y civiles. Era un grupo de trabajo, no teníamos oficina. Las computadoras eran las personales”, evocó. Luego recordó paso a paso cómo fue detenido y los avatares de su causa: en febrero de 2013 el juez Vienna le dictó la falta de mérito, en septiembre de ese año fue sobreseído, y luego de que un camarista revirtiera la medida fue procesado por la entonces jueza de Instrucción y actual vicegobernadora, Alejandra Rodenas.
Contó que poco antes del procesamiento, cuando él ya llevaba más de un año en libertad, en 2015 lo contactó un hombre que se presentó como “Chino” Martín, quien editaba una revista de turf en el hipódromo y dijo tener contactos con Rodenas. Ese hombre le pidió dinero para que no lo volvieran a detener: “Está la orden de que te procesen y te van a volver a detener”, le anunció antes de afirmarle que podía evitar su detención pero no el procesamiento.
“Me pedía telefónicamente 20 mil dólares para que yo no caiga detenido. Yo me negué. En septiembre la doctora Rodenas me procesó y me dictó la prisión preventiva nuevamente”, recordó, y volvió a cuestionar la “mentira” de sus superiores, Viglione y Ferrato, que negaron solicitarle pesquisas por drogas.
En el último tramo de su declaración Gula explicó de qué iba la brigada operativa de la Secretaría de Delitos Complejos que integró, a qué jefes respondían y qué objetivos tenían los mails informativos que produjeron entre el 20 de diciembre de 2012 y el 13 de agosto de 2013. Según contó, se encargaban de recolectar en la calle información que luego entregaban a sus superiores y que desconocía qué hacían ellos con esos datos. Al ser consultado por la defensa de Alvarado sobre por qué no había chequeado con la Dirección de Catastro la información de la supuesta cesión de terrenos en Roldán que pertenecían a Alvarado y pasaron a los policías Javier Makhat y Cristian Di Franco, respondió que “no era nuestra función”.
Gula contó sobre un procedimiento de abril de 2013 en el que persiguieron un auto robado en Capitán Bermúdez y que derivó en el secuestró de 12 kilos de drogas sin detener a nadie. Al respecto dijo
que, según su punto de vista, “fue armado”. “Hice el comentario de que eran armados porque iban a buscar una bicicleta robada y encontraban un búnker. Pedían un orden de allanamiento para una moto y encontraban un búnker. Pedían allanamiento por un arma y encontraban un búnker. ¿Nadie se daba cuenta de lo que estaban haciendo? Estaban haciendo recaudación”, dijo Gula.
También explicó en cuanto a otro mail elevado a sus superiores sobre la Unidad Regional XVII, con sede en San Lorenzo, que “todo confluía en esa Unidad, como los comisarios Makhat y Di Franco”. Incluso dijo que “hay un mail sobre construcciones que estaban haciendo en un terreno de Roldán que Alvarado les había dado a esos comisarios como compensación de pagos porque tanto la droga como los vehículos venían de la URXVII”.
También habló sobre Walter Dulce Abregú y sus jornadas de juegos de paintball con policías en un predio de la localidad de Oliveros. La foto de Abregú, un narco que operaba en la zona de los monoblocks de Parque Oeste y fue condenado a 8 años de prisión por tráfico de drogas en noviembre de 2021, junto a los policías fue publicada en varios medios gráficos. Además se refirió a mails que envió sobre Martín Conde, una persona que dijo que trabajaba para Alvarado, que tenían un depósito en Génova al 2600 y que en 2005 “fue detenido con el hijo de un juez”.
En su testimonio Gula no dejó de lado el asesinato de José Francisco “Negro Francis” González, ocurrido el 10 de noviembre de 2012, un hombre que vendía drogas para un tal “Ruso” y que fue ejecutado “luego de acercarse a Los Monos”. También dijo que informó a sus superiores sobre la actividad de la familia Ungaro, “tanto Lelio como Daniel y Daniela, que fue la mujer de Luis Medina” y sobre los Bassi en el inicio de la guerra contra Los Monos.