El pontífice no apuntó de forma directa contra el presidente ruso durante su visita a Malta. Además, equivocó alarmantemente la cifra de refugiados ucranianos
“Miles de personas se han visto obligadas a huir de Ucrania a causa de la guerra. Pero muchos también se han visto obligados a abandonar su tierra natal en Asia, África y América. Mis pensamientos y oraciones están con todos ellos”, publicó el papa Francisco en su cuenta de Twitter oficial.
Sus palabras formaron parte de la conferencia de prensa que celebró en el vuelo de regreso de su visita de dos días a Malta y en la que uno de los temas principales fueron los flujos migratorios a los países del sur de Europa.
Sin embargo, el Pontífice no dio los datos correctos: porque no son miles los refugiados ucranianos, son más de 4 millones los que sin agua, alimentos, combustible o medicina, y en su mayoría mujeres y niños, huyen de la barbarie de las tropas rusas.
Y la cifra va en aumento, porque siguen huyendo de sus hogares, de sus ciudades invadidas, creando la avalancha de refugiados europeos más grande desde la Segunda Guerra Mundial. Y según calcula la ONU, hay casi 6,5 millones desplazados internos en el país.
Además, la conjunción adversativa “pero” que eligió el Papa para su mensaje pueden herir aún más a quienes perdieron todo y dejaron atrás a parte de su familia por la ofensiva desatada el 24 de febrero pasado por Vladimir Putin.
La incómoda situación en la que se puso hoy Francisco no es un episodio aislado en este mes de conflicto. Durante todos estos días de violencia -calificados como crímenes de guerra por las potencias occidentales- Francisco ha evitado cuidadosamente nombrar al presidente ruso Vladimir Putin, o incluso a la propia Rusia, como agresor.
Días atrás, The New York Times reveló que algunos de sus propios obispos y otros partidarios dentro de la Iglesia católica romana quieren que dé nombres e, incluso, advierte que los historiadores dicen que el pontífice corre el riesgo de deslizarse fuera de su alto terreno moral y entrar en un espacio turbio ocupado prominentemente por el Papa Pío XII, el papa de la época de la guerra que evitó hablar críticamente de Hitler y las potencias del Eje mientras Alemania invadía Polonia y finalmente perpetró el Holocausto.
“En muchos sentidos, la situación actual del Papa recuerda a la situación a la que se enfrentó Pío XII”, evaluó David I. Kertzer, un historiador del Vaticano y de Italia cuyo nuevo libro, “The Pope at War”, sobre Pío XII, Mussolini y Hitler, se publicará en junio. Kertzer explicó que Pío XII también buscó el equilibrio entre los intereses internos y la demanda pública de hablar, ya que se resistió a las grandes presiones para denunciar a Hitler. En su lugar, utilizó un lenguaje genérico sobre los horrores de la guerra, del que Kertzer dijo que Francisco se hacía eco ahora. “La posición que está adoptando, o que no está adoptando, no está exenta de riesgos”, señaló.
Un editorial reciente del National Catholic Reporter, que suele simpatizar con Francisco, instó al Papa a llamar la atención de Putin. “Sea lo que sea lo que esté ocurriendo entre bastidores, es hora de que Francisco diga la verdad sobre el asalto asesino a Ucrania”, decía, y añadía: “Es hora de decir las cosas como son. Esta es la guerra de Putin y es el mal”.
Este fin de semana, tras más de un mes de ofensiva, las fuerzas ucranianas lograron recuperar el control de más de 30 ciudades que estuvieron bajo ocupación y descubrieron un escenario escolofriante: cientos de civiles masacrados por las tropas de Putin. Tan grave es la situación que las potencias occidentales exigieron que se juzgue en la Corte Penal Internacional al presidente ruso -ese que el Papa no nombra- por crímenes de guerra.